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Jorge Coronel López
Columnista

Dinámicas de las expulsiones

Los jóvenes que avanzan en estudios se enfrentan a costos de matrículas, sostenimiento y transporte, que explican buena parte de la deserción.

Jorge Coronel López
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Jorge Coronel López

La educación y el trabajo son ascensores sociales. La cobertura y la calidad educativa suponen posibilidades de ascenso, así como una buena remuneración y condiciones dignas de trabajo. Pero en la práctica existen barreras que lo impiden y generan expulsiones.

En primaria y secundaria se avanzaba con tropiezos en cobertura, aunque no tanto en calidad. Los tristes resultados de las pruebas así lo reflejaban.

Pero históricamente el cuello de botella para los jóvenes empieza cuando culminan el bachillerato, pues las oportunidades de continuar con estudios técnicos, tecnológicos o universitarios, se estrechan. Las barreras de costos y cupos les impiden continuar y la necesidad de aportar ingresos al hogar ha sido un factor de expulsión. Combatir las barreras con becas, subsidios e infraestructura es una opción, mientras que la Renta Básica puede ser una buena opción para mitigar expulsiones.

Los jóvenes que avanzan en estudios se enfrentan a costos de matrículas, sostenimiento y transporte, que son amenazas que explican buena parte de la deserción. Quienes logran mantenerse y culminar, luego se enfrentan al estrecho mundo laboral. Pero vale la pena preguntarnos: ¿Qué terminan haciendo quienes no logran ingresar a ningún nivel educativo tras culminar secundaria? ¿Qué ocurre con los que desertan? ¿Qué actividades realizan los que no logran encontrar un empleo?

La socióloga Saskia Sassen, dice en su libro Expulsiones que “desde la década de 1980 ha habido un fortalecimiento de las dinámicas que expulsan gente de la economía y de la sociedad, y ahora esas dinámicas están programadas como parte del funcionamiento normal de esas esferas”. La idea de Sassen se comprueba fácilmente en Colombia. La economía se ha vuelto débil y las oportunidades laborales escasas.

Para conseguir un empleo se necesitan amigos y no siempre se premia la preparación. Esto habla mal de la democratización del trabajo y bien del clientelismo. Las empresas registradas en 2019 y 2020 fueron: 1’765.728 y 1’591.893, respectivamente, y el 92% son microempresas, solo el 0,5% es gran empresa. Además, 7 de cada 10 son personas naturales. Esto significa que el país no tiene una amplia y sólida base empresarial, porque se abandonaron las políticas de desarrollo y sectoriales.

La tasa de desempleo enero-marzo fue 15,8% y la de los jóvenes fue 23,9%. El desempleo de hombres fue 18,5% y de mujeres 31,3%. Esto demuestra el tamaño de las expulsiones. Si el gobierno no reconoce que el modelo económico se agotó, como lo dijimos en la Misión Alternativa de Empleo, y no acepta que se deben renovar las actividades económicas y ampliar la base empresarial, será difícil satisfacer los sueños de los jóvenes.

Loable será la gratuidad educativa, pero hay que modificar las dinámicas que generan expulsiones, para que no sean esfuerzos en vano y social y fiscalmente costosos.


Jorge Coronel López
Economista y profesor universitario.
jcoronel2003@yahoo.es

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