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Buen tiempo y buena mar

Una empresa es como esa nave, navega, flotando en medio de unas variables; algunas, fácilmente predecibles, y otras, en su mayoría, inciertas.

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Desembarcamos de un espectacular crucero, y durante el trayecto, afloraron en mi mente infinidad de correlaciones entre la embarcación y el ámbito corporativo, cada una de ellas, pretendo representarlas, literalmente, con factores claves que generen un desempeño organizacional exitoso. Empecemos.

Una empresa es como esa nave, navega, flotando en medio de unas variables; algunas, fácilmente predecibles, y otras, en su mayoría, inciertas, pues, así como la naturaleza es impredecible, el mercado también lo es.

Una empresa, al igual que un barco, requiere de una hoja de ruta o carta de navegación, que se debe escribir teniendo en cuenta los múltiples factores que se pueden gobernar, inclusive, asumiendo el riesgo de aquellos que puedan aparecen de manera inesperada con un plan alterno de ruta.

Esa hoja de ruta debe tener un destino claro, tiempo de duración y recursos necesarios para hacer el recorrido, que van desde combustible, que podrían ser los recursos corporativos, hasta el talento o personas que lo llevan al puerto de destino.

Una empresa es como esa nave, navega, flotando en medio de unas variables; algunas fácilmente predecibles, y otras, en su mayoría, inciertas

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Barco y empresa cuentan con un capitán y gerente, respectivamente, quienes toman las decisiones, y quienes saben que a su lado cuentan con la mejor tripulación, esa que les permite tranquilamente irse a descansar sabiendo que todo funciona con la exactitud de un instrumento de medida.

Este capitán posee unas habilidades especiales que le permiten dar la orden de girar el timón para aprovechar el viento a favor, o parar las máquinas para evitar una colisión. Igual lo hace un gerente, posee la destreza de aprovechar las oportunidades de mercado, blindarse de las amenazas, y cuando sea necesario, parar para redirigir el rumbo.

Cuentan con marineros o colaboradores quienes hacen su trabajo con pasión y disciplina, algunos desde la oscuridad del cuarto de máquinas como los operadores del contact center, salas de informática, operarios de las máquinas que producen lo que comercializan, todos ellos, siendo invisibles para el cliente, pero indispensables para la operación. Y otros, de vital importancia, como el vigía, reemplazado por un sonar, radar o cualquier otro elemento tecnológico, que visualiza los riesgos y que por la falta de compromiso de uno de eso vigías, la empresa o la embarcación puede sucumbir a un naufragio.

Por último, la principal enseñanza fue que viendo cómo se levaban las anclas, concluí que empresarialmente muchos de esos capitanes de navíos corporativos pueden quedarse atascados en un puerto esperando las condiciones ideales para navegar.

Otros, se lanzan con la certeza de confiar en el talentos de sus tripulantes y recursos, pero, especialmente, de enfrentar lo desconocido. Lastimosamente, hay capitanes que ni con las condiciones favorables o en su contra se atreven a desafiar el statu quo, permaneciendo en el puerto siendo víctimas del salitre o competidores que terminan por hundir el barco. ¿Y tú cuál capitán serías?

JUAN CARLOS QUINTERO CALDERÓN
CEO & Founder Gestión de Marketing

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