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Donald Trump y el terrorismo doméstico en EE. UU.

Hay movimientos que combinan elementos de supremacía blanca, antisemitismo, nazismo, islamofobia, xenofobia, homofobia y misoginia. 

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Los dramáticos eventos del pasado 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos ponen al llamado ‘terrorismo doméstico’ en la mira de medios. Durante años, la palabra terrorismo evocó la imagen de movimientos radicales islámicos, atentados suicidas y Al Qaeda. Pero la realidad, más allá de los titulares, es que durante la última década una serie de movimientos al interior de Estados Unidos, y con eclécticas ideologías catalogadas como de ‘extrema derecha’, ya venían generando más violencia que los islamistas. En el fondo, Donald Trump tiene una enorme responsabilidad en su reciente empoderamiento.

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No estamos ante una única organización o frente a grupos bien estructurados. Existe, más bien, una serie de ideas, narrativas y valores que circulan, especialmente en redes sociales, alrededor de las cuales se agrupan personas con visiones radicales. El resultado es una red de varios actores, células y grupos que comparten algunas ideas, pero sin ser idénticos en objetivos e ideología.

Estos movimientos combinan, en mayor o menor medida, elementos de supremacía blanca, antisemitismo, nazismo, islamofobia, xenofobia, homofobia y misoginia. Enarbolan las banderas de la libre tenencia de armas, la lucha contra el supuesto comunismo y un odio a las élites y la clase política tradicional. Algunas tienen un elemento de rechazo a la autoridad del gobierno federal, a quien ven como un agente opresor de derechos constitucionales individuales, y otras filtran sus visiones con una lente de cristianismo y evangelismo. De forma preocupante, muchos de estas visiones se nutren de teorías de conspiración y verdades a medias que abundan en redes sociales y foros online: que los demócratas y Joe Biden son comunistas, que los políticos de Washington tienen una red de pornografía infantil (la base del episodio ‘pizzagate’), que los judíos controlan las instituciones, que las vacunas del covid-19 son un mecanismo para controlar la mente.

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No en vano, muchos seguidores de Trump creen las ideas de QAnon, un movimiento online que pregona toda suerte de falsedades tan increíbles que cualquier persona sensata descartaría de entrada. Pero también están Proud Boys, Boogaloo Bois, Three Percenters, Patriot Prayers, American Contingency, Civilian y otros grupos de milicia armada quienes, mezclando estas ideas de diversas formas, han atacado instituciones, individuos y policías.

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Si bien estas ideas y grupos preceden la presidencia de Trump, su discurso, sus narrativas y sus mentiras han sido elementos de empoderamiento. Su reticencia a rechazar la violencia de estos grupos durante cuatro años fue entendida como un apoyo. Sus falsas ideas se multiplicaron en espacios frecuentados por los conspiranoicos, y fueron una invitación abierta para ocupar el Capitolio con violencia. Basta ver la multitud de gorras rojas de ‘Make America Great Again’ en el asalto para entender la responsabilidad del exmandatario.

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OSCAR PALMA
Profesor de carrera, facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos, Universidad del Rosario

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