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Las cartas para el 2024 y cómo jugarlas

La invitación es no perder de vista lo que muestra señales de estabilidad: tasa de cambio, inflación del último mes y  tendencia de tasa de ocupación.

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A estas alturas del año, las cartas de la economía colombiana para inicios del 2024 están prácticamente destapadas. En principio, no muestran una mano fácil para jugar.


(con más presiones al alza fruto del ajuste de precios de combustibles, fenómeno de El Niño, influencias externas); elevadas tasas; incertidumbre en el cumplimiento de la regla fiscal (lo que aleja el sueño de regresar prontamente al grado de inversión); reformas estructurales aún en debate; mercado de capitales cada vez menos profundo; y deterioro en materia de seguridad.

Todo lo anterior, realidad y expectativa, ha venido afectando la confianza inversionista y ha dilatado las decisiones de crecimiento e inversión de las compañías.

Desde el sistema financiero, catalizador natural del crecimiento económico, el panorama para el inicio del año no luce fácil. El 2023 viene siendo difícil y no se avizoran cambios inmediatos en materia de costo de fondos, costo del crédito, crecimiento de costos operacionales ni en las restricciones de liquidez, entre otras.

¿Cómo ser optimista ante esta coyuntura? No es sencillo, pero la solución arranca por entender que la tormenta pasará. Así tome más tiempo, la inflación cederá y, con ella, lo hará la tasa de intervención: reactivando el dinamismo y aliviando las presiones de caja que han enfrentado las empresas este 2023.

Las presiones exógenas a los precios no son recurrentes; los debates de reformas de Gobierno se cerrarán fijando un nuevo set de reglas de juego. Con ese panorama será más fácil definir el precio de los activos, se acercarán las brechas entre compradores y vendedores de compañías, y el mercado de capitales retomará su ‘dinamismo’ pre-2023, bien sea con la participación de actores que ya conocemos o con nuevos.

Algunas consideraciones: No frenar en seco será fundamental para la banca y para el país. Originar cartera y la restructuración de los créditos reflejará la realidad de costo y riesgo de cada entidad financiera; pero el apetito por acompañar a empresas sólidas y con buenas prácticas en gobierno corporativo innegablemente continuará.

La banca amortiguará los impactos de la desaceleración y apoyará el fortalecimiento de unas empresas así como el renacimiento de otras. Lo novedoso, y a todas luces positivo, es que será a través de estructuras más robustas que mitigarán la materialización de riesgos ya conocidos.

Los empresarios continuarán poniendo de su parte. Pese a los mayores costos que signifique el incremento salarial, será conveniente propender por absorber impactos, así como por retener y, ojalá, contratar nuevos empleados. Se continuará trabajando en el diseño de estrategias de mediano y largo plazo que busquen niveles de competitividad más resilientes a los ciclos económicos. La invitación es a no perder de vista lo que hoy muestra señales de estabilidad, léase: la tasa de cambio, la inflación del último mes y la tendencia de la tasa de ocupación. La invitación es a alinear esfuerzos para salir de esta coyuntura más robustecidos y más temprano que tarde.

TATIANA URIBE BENNINGHOFF

Head IB & Large Corporates de Itaú Colombia.

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