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Viejas tácticas para nuevas crisis

Llegó la hora de desempolvar el conocimiento de gremios y empresarios y trazar estrategias nuevas... ojalá con el liderazgo del sector privado.

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La crisis del Bajo Cauca y el paro minero de las últimas semanas ha sido probablemente la peor de la última década, incluso más grave que el paro armado que bloqueó por más de cuatro días las zonas contraladas por el Clan del Golfo tras la captura de Otoniel en el Urabá antioqueño hace un par de años. El control de grupos armados al margen de la ley sin ganas de negociar, unos municipios secuestrados por el vaivén de unos matones, un gobierno nacional sospechosamente ingenuo y poco articulado con la región, un empresariado que ha perdido el liderazgo en los asuntos relacionados con la paz y la seguridad y una ciudadanía desesperada. Una crisis sin atisbos de salida.

Ahora, el pasado nos deja lecciones para sobrevivir e, incluso, resolver esta situación. Una de las grandes paradojas de la economía colombiana de final del siglo pasado y principios de este, era la famosa máxima de que el país va mal, pero la economía va bien. A excepción de la crisis del UPAC, tuvimos un crecimiento modesto, pero sostenido y después del embate inicial de la apertura económica, las empresas colombianas que sobrevivieron lograron seguir creciendo en un ambiente de mucha incertidumbre. Uno de los grandes retos que debían afrontar, particularmente aquellas cuyo mercado seguía estando en tiendas, comercios y superetes en pueblos y veredas, era la distribución de sus productos en las zonas en las que la presencia del Estado era inexistente, la parada la mandaban los grupos armados al margen de la ley, y el mercado seguía demandando productos de consumo básico entre los que está incluido, por supuesto, la cerveza fría.

Sin llegar a romantizar, estas estrategias de supervivencia, lo cierto es que las empresas se adaptaron, dentro de la legalidad, a los riesgos sistémicos que implicaba hacer negocios en un país en guerra. Las empresas desarrollaron redes de distribución super sofisticadas en los que dependían de las redes sociales que tejían sus distribuidores en diferentes zonas. Los distribuidores tenían relaciones estrechas con el generador de carga, a pesar de no ser empleados por las mismas y estas se afianzaban con créditos y generándole al distribuidor suficientes oportunidades. Las empresas estaban dispuestas a entregar el control de su comercialización a sus distribuidores, con tal de entregar también el riesgo asociado a la tarea. Y este es solo un ejemplo.

Paralelamente, la discusión sobre seguridad y paz estaba de primeras en la agenda del empresariado. Los líderes gremiales formaban parte de las mesas de negociación, los gremios y entidades de representación empresarial como las Cámaras de Comercio tenían líneas fuertes de investigación en estos frentes, los empresarios aportaban orgullosamente a las instancias de construcción de paz. Llegó la hora de desempolvar este conocimiento y trazar estrategias nuevas aprendiendo de estas viejas tácticas ojalá con el liderazgo del sector privado. La situación no da para menos.

CRISTINA VÉLEZ VALENCIA
​Decana Escuela de Administración Universidad EAFIT

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