Una contraseña robusta y con la cantidad adecuada de caracteres puede hacer la diferencia entre mantener sus cuentas protegidas o que sus datos personales queden expuestos para que sean empleados por los ciberdelincuentes.
Es ahí en donde entra la importancia de actualizar las claves de forma periódica, un hábito que no solo le permite reforzar esa protección, sino que también se hace necesario en un contexto en el que existen cada vez más métodos enfocados en el robo de información.
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De acuerdo con la firma de detección proactiva de amenazas, ESET, el tiempo estimado para actualizar una contraseña puede variar dependiendo del tipo de clave, entre más corta, el cambio debe efectuarse con más frecuencia.
“Si la contraseña es de 10 caracteres y solo usa letras mayúsculas y minúsculas, debería cambiarse cada mes, ya que es el tiempo 'estimado' en que podría vulnerarse. Si se le agrega números, podría cambiarse cada seis meses y si además tiene símbolos, podría actualizarse anualmente", explica la compañía.
Ahora bien, más allá de incorporar el hábito de actualizar periódicamente las contraseñas, existen otras prácticas de salud digital muy importantes a tener en cuenta para proteger los datos personales del cibercrimen.
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- Una contraseña fuerte es aquella que incluye una extensión considerable, y además posee símbolos, mayúsculas, minúsculas y números. En ese sentido, algunas de las claves que hay que evitar son aquellas de uso común, como la ya conocida '123456'.
- Almacenar estos códigos en un lugar seguro es un buen paso para no tener contratiempos. Existen opciones para cumplir con ese objetivo como los administradores de contraseñas, los cuales por sí mismos requieren de una clave de ingreso.
Se recomienda procurar no escribirlas en papel o notas adhesivas, o bien tenerlas guardadas en hojas de cálculo o documentos de texto en el dispositivo móvil.
- El último gran aliado es el 2FA o doble factor de autenticación, que supondrá una capa de seguridad adicional contra distintos tipos de ataques que buscan vulnerar credenciales de inicio de sesión. Este factor puede ser algo que la persona sabe (como una contraseña), algo que tiene (como un teléfono, un token) o una característica de quién es (huellas dactilares, iris, etc).
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