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22 dic 2016 - 10:15 p. m.

¿El optimismo se puede aprender?

Se pueden realizar acciones simples que mejoren el optimismo en pequeña proporción pero hay otras más intensas, si se desea mejorar más.

Los investigadores están convencidos de que una actitud mental positiva es muy poderosa en sí misma.

Los investigadores están convencidos de que una actitud mental positiva es muy poderosa en sí misma.

POR:
Gloria Helena Rey
22 dic 2016 - 10:15 p. m.

El 25 por ciento del optimismo puede ser de origen genético o heredado, lo que implicaría que el 75 por ciento restante puede ser modificable, dice a Portafolio Eric Kim, codirector de la investigación, realizada por la Escuela de salud pública TH Chan de la Universidad de Harvard.

“Existen diferentes maneras en las que se puede mejorar el optimismo. En general, es un trabajo duro y me gusta pensar en el ejercicio y en la pérdida de peso como una analogía. Se pueden realizar acciones simples que mejoren el optimismo en pequeña proporción pero hay otras más intensas, si se desea mejorar más”, afirma.

Kaitlin Hagan, codirectora de la investigación junto con Kim, menciona acciones sencillas y baratas para incrementar el optimismo como, por ejemplo, escribir en un papel cuáles serían las medidas que adoptaríamos para mejorar algunos aspectos de nuestras vidas en lo familiar, afectivo o profesional.

“La promoción de estas prácticas podría convertirse en una forma innovadora para potenciar la salud en el futuro”, dijo Hagan a una revista especializada
Por otro lado, Kim, que fue reconocido por la revista Forbes como uno de los grandes innovadores menores de 30 años, admite a Portafolio que existen factores externos importantes que afectan nuestro optimismo, como los niveles de estatus socioeconómico, aunque resalta que “cuando se mira cada nivel de riqueza y educación, hay un montón de personas dentro de cada categoría social que tienen diferentes niveles de optimismo”.

Lo innovador del estudio

La novedad del estudio realizado por Kim y su equipo radica en que, por primera vez, se asocia el optimismo con un menor riesgo de muerte prematura por diversas enfermedades, no sólo por las cardiovasculares.

Resalta, por ejemplo, su influencia sobre la salud de las mujeres, que tendrían, si son optimistas, un riesgo mucho menor de muerte prematura por enfermedades graves como cáncer, cardiopatías, accidentes cardiovasculares (ictus), etc.

Tras evaluar a 70.000 de ellas, el estudio concluyó que las más optimistas tienen menos posibilidades de contraer cánceres letales, enfermedades coronarias, pulmonares y sufrir derrames en la tercera edad.

El 25 por ciento de las participantes con mayores niveles de optimismo, presentaron un riesgo hasta de 30 y 52 por ciento menor de fallecer de forma prematura por causa de las enfermedades evaluadas en el estudio, o por enfermedades infecciosas, respectivamente. Igualmente, el 39 por ciento en el caso de accidentes cardiovasculares, el 38 por ciento por cardiopatías o enfermedades respiratorias y un 16 por ciento por cáncer.

Los hábitos saludables

Aunque parte de los resultados obtenidos por la investigación podrían derivarse de la elección de estilos de vida saludables, los investigadores están convencidos de que una actitud mental positiva es muy poderosa en sí misma.

Kim considera que los hábitos saludables sólo explican parcialmente la asociación del optimismo y el menor riesgo de mortalidad, y sostiene que una posible explicación sería que un mayor optimismo impacta de forma directa nuestros sistemas biológicos.

Nuestros hallazgos sugieren que deberíamos esforzarnos por promover el optimismo, que ha mostrado asociarse con hábitos más sanos y con formas más saludables para afrontar los retos de la vida”, dijo a la revista especializada American Journal of Epidemiology

“Si bien la mayoría de los esfuerzos en medicina y salud pública están centrados en la reducción de los factores de riesgo de las enfermedades, cada vez hay mayor evidencia acumulada de que la potenciación de la resiliencia psicológica (capacidad que tiene una persona de superar dificultades traumáticas) puede marcar la diferencia”, añadió.

Kim, investiga las diferentes maneras en que las personas buscan vivir mejor y cómo esas actividades influyen en la salud. Focaliza sus estudios en temas como resiliencia y bienestar psicológico (propósito de vida, crecimiento personal, etc.); salud cardiovascular; desigualdad social y salud; raza y etnicidad, entre muchas otras cosas.

Para los investigadores, el optimismo es “tener expectativas favorables para el futuro”, consideran que “(…) un mayor optimismo puede estar relacionado con la salud mental y física de una persona(...) el optimista, por ejemplo, presenta menos depresiones y un sistema inmunológico más fortalecido, y es probable que, prospectivamente, registre una menor mortalidad”.

Pero los expertos también son conscientes de la necesidad de investigar mucho más sobre el tema. Precisar, por ejemplo, sobre la duración de las acciones que fortalecen el optimismo, sus efectos en otros factores clínicos, sus beneficios sicológicos o a través de qué tipo de acciones podríamos, por ejemplo, potenciar el optimismo para disminuir el dolor, la depresión u otras afecciones, entre muchas otras cosas.

Tenemos que ser entonces optimistas en la profundización de esta investigación ya que sus resultados podrían ayudarnos en el futuro, no solo a mantener la buena salud, sino a sanar afecciones físicas o psicológicas que nos atormenten.

Gloria Helena Rey
Especial para Portafolio

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