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22 oct 2024 - 4:56 p. m.

Afirmó que su adicción al heavy metal no lo dejaba trabajar y el Estado lo indemnizó

Apoyado por informes de tres psicólogos que confirmaron que su fanatismo interfería con su vida diaria, el tribunal de Hasslehölm falló a su favor.

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Roger Tullgren

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22 oct 2024 - 4:56 p. m.
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En 2006, Suecia se vio envuelta en un caso inusual que cuestionó la frontera entre la pasión y la adicción. Roger Tullgren, un hombre de 42 años, fanático del heavy metal, enfrentó la pérdida de su empleo debido a su devoción extrema por este género musical. Asistiendo a más de 300 conciertos en un solo año, Tullgren fue despedido por sus constantes ausencias y, en un giro inesperado, decidió llevar su caso a los tribunales.

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La lucha legal

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Tullgren solicitó el reconocimiento formal de su adicción al heavy metal como una incapacidad laboral. Apoyado por informes de tres psicólogos que confirmaron que su fanatismo era tan abrumador que interfería con su vida diaria, el tribunal de Hasslehölm finalmente falló a su favor, convirtiéndose en un precedente histórico. Este fue el primer caso en que un tribunal consideró una pasión musical extrema como una incapacidad.

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En una entrevista con DiabloRock, Tullgren comentó: “Solo hablaba de metal, solo quería tocar metal”, reflejando cómo su obsesión limitaba su capacidad para llevar una vida laboral convencional. Su diagnóstico psicológico indicaba que el heavy metal no era solo una afición, sino un impedimento real para desempeñar tareas cotidianas.

Nuevo comienzo

Concierto

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Con la decisión del tribunal, Tullgren no solo obtuvo el reconocimiento de su condición, sino también una pensión mensual de 400 euros, complementando su trabajo como lavaplatos en un restaurante. Además, su empleador aceptó que escuchara música durante su jornada laboral, siempre que no hubiera clientes, permitiéndole así mantener su estilo de vida.

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“Ahora puede sonar mi música en mi trabajo, e ir a conciertos cuando quiero”, expresó Tullgren, visiblemente aliviado. Esta adaptación no solo le otorgó estabilidad económica, sino que también le permitió vivir su pasión sin restricciones.

El debate

Roger Tullgren

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El fallo del tribunal generó un intenso debate en la sociedad sueca. Algunos consideraron que sentaba un precedente peligroso, abriendo la puerta a que cualquier tipo de pasión pudiera ser considerada como una incapacidad. Otros, sin embargo, vieron el fallo como un reconocimiento necesario de la complejidad de las adicciones y sus efectos en la vida laboral.

Llevo diez años intentando que se reconozca mi situación como una discapacidad”, señaló Tullgren, quien tuvo que pasar por un arduo proceso de evaluación para demostrar que su amor por el heavy metal era más que una simple afición.

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Este caso ha llevado a reflexionar sobre cómo se pueden interpretar las pasiones personales y si, en el futuro, otras adicciones, como el deporte o los videojuegos, podrían ser consideradas de la misma manera. La historia de Roger Tullgren no solo es un relato de superación personal, sino también un llamado a la sociedad para repensar las barreras entre la pasión y la productividad en el ámbito laboral.

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