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02 dic 2022 - 9:33 p. m.

La geopolítica también se juega en el césped del Mundial

La cita futbolística que se celebra en Catar ofreció, en su primera fase, choques con tintes que van más allá del deporte. 

Mundial Catar 2022

Mundial Catar 2022

EFE

POR:
Roberto Casas Lugo

El fútbol, como uno de los deportes más universales, mantiene la atención del planeta entero por estas semanas en el campeonato mundial que se celebra en Catar, un pequeño país árabe con escasa tradición por el balompié.

La elección de ese país que no ha estado exenta de polémicas y señalamientos a la Fifa, organismo rector, por la selección de este territorio monárquico, con un producto interno bruto (PIB) de más de US$179.000 millones, pero con un largo historial de denuncias por el incumplimiento de los derechos humanos.

(Lea: Catar 2022: así quedaron las llaves de los octavos de final). 

No obstante, no sería la primera experiencia del país en cuanto al balompié, ya que el fondo soberano catarí se hizo con la totalidad del Paris Saint-Germain, el club de la capital francesa.

Lo cierto es que el fútbol también ha recibido distintas críticas en los tiempos recientes, acusado de servir de una “diplomacia blanca” a las más recientes sedes mundialistas, Sudáfrica, Brasil, Rusia y la mencionada Catar.

Si bien los mundiales hoy en día son atractivos en inversión y turismo, no lo son en términos de imagen. Antes sí. Tengo la impresión de que el punto de inflexión fue Sudáfrica, pero también se vio en Brasil y ahora en Catar. En los dos primeros, se dio inversión en estadios ostentosos frente a unas carencias de la población. El caso de Manaos, en el país vecino, fue evidente”, explicó Mauricio Jaramillo, docente de relaciones internacionales de la Universidad del Rosario.

Jaramillo agregó que “el fútbol es una herramienta de poder blando”, un perfil que se ha ido perdiendo “por la politización”.

La geopolítica del deporte

Desde las primeras carreras sobre el césped mundialista, la geopolítica ha sido un protagonista a la sombre del desarrollo de los partidos. En otrora, destacan aquellos entre Italia y Francia en el Mundial de 1938; o el duelo entre las facciones germanas en 1974.

(Además: Mundial Catar: mujeres pitarán por primera vez un partido masculino). 

En Catar, una vez más, este manejo de las relaciones exteriores hizo presencia en la fase de grupos que concluyó este viernes y lo continuaría haciendo en los próximos cruces de octavos de final.

En esta ocasión, estos duelos, cargados con tintes que van más allá del deporte, se ubicaban en los grupos B, G y H.

El Grupo B de la cita mundialista, conformado por Inglaterra, Estados Unidos, Irán y Gales, poesía todos los ingredientes para -además de apodarse ‘grupo de la muerte’- condimentar la expectativa del encuentro con la suspicacia.

No recuerdo un Mundial donde en un mismo grupo hubieran tantos partidos con contextos geopolíticos. Estados Unidos fue colonia inglesa antes de su independencia. Gales tiene tensiones históricas, aunque hoy dormida, con Inglaterra y obviamente Estados Unidos e Irán que no tienen relaciones diplomáticas. Son, si se quiere, rivales geopolíticos”, apuntó Mauricio Jaramillo.

Los focos mediáticos se quedaron con este último. El tercer duelo entre ambos conjuntos, que finalizó finalmente con una victoria estadounidense 2-1, se desarrolló en el marco de un contexto geopolítico en erupción entre ambos países, con acusaciones de proveeduría militar iraní a Rusia en la guerra en Ucrania; desacuerdos en el pacto nuclear y las protestas feministas por el asesinato de una activista iraní por parte del régimen.
Vale la pena recordar que estas dos selecciones ya se habían enfrentado en otros dos momentos, un empate a ceros en 2000 y una victoria estadounidense por 2-1 en el Mundial de Francia 1998.

(Siga leyendo: Cómo es la pobreza en Catar, uno de los países más ricos del mundo)

En la previa y en el pospartido las autoridades estadounidenses y los propios jugadores decidieron bajarle el fuego mediático con declaraciones y muestras de consolación a los iraníes.

Los otros duelos tienen como protagonistas a países europeos y los orígenes de la rivalidad se remontan a tiempos históricos: Túnez-Francia y Serbia-Suiza.

El primero de estos encuentros, que acabó con la victoria de los africanos por la mínima ante una selección gala repleta de suplentes, tiene tintes históricos, ya que Túnez fue otrora colonia francesa en el norte de África. Por ende, no es de extrañar, que diez de los jugadores tunecinos hayan nacido en territorio europeo.

El duelo más histórico

La fase de grupos de la Copa Mundial de Catar 2022 cerró con un cruce que trae recuerdos futbolísticos y geopolíticos de hace cuatro años, en Rusia: Serbia y Suiza.
En la edición mundialista anterior ambos países se enfrentaron, con una victoria 2-1 de la selección helvética, en donde dos de sus jugadores emblemáticos Xherdan Shaqiri y Granit Xhaka celebraron sus respectivos goles haciendo un gesto con las manos del águila bicéfala de la bandera de Albania, país de origen de sus padres, del que huyeron tras la guerra con Serbia.

Suiza ha sido el país que ha albergado, en buena medida, al exilio albano-kosovar; que huyó por la violencia hacia finales de los 90 en la antigua Yugoslavia (...) Hay un contexto picante porque Suiza es la segunda patria de los kosovares y a Kosovo los serbios lo consideran como parte de su territorio. El partido no es necesariamente Suiza contra Serbia, sino que en el fondo es el exilio kosovar en Suiza contra Serbia”, remarcó Jaramillo.

Kosovo es actualmente un Estado con reconocimiento limitado tras su independencia de 2008.

El partido se desarrolló con altas tensiones y roces entre los protagonistas suizos mencionados. Finalmente, Suiza ganó 3-2.

Roberto Casas Lugo

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