Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), África presenta la mayor proporción de población afectada por el hambre, alcanzando un alarmante 20,4%.
(Vea: El alimento infaltable: colombianos consumen cerca de 340 huevos al año)
En contraste, las cifras son significativamente más bajas en América Latina y el Caribe (6,2%), Asia (8,1%) y Oceanía (7,3%). Los factores que presionan la producción agrícola en la región son múltiples y complejos.
Conflictos, variabilidad climática, fenómenos extremos y recesiones económicas están dificultando el acceso a una alimentación saludable para muchas personas. A esto se suma el crecimiento poblacional, que se prevé alcanzará los 10 mil millones para 2050, generando una mayor demanda de recursos alimentarios.
(Vea más: Postobón y el Sena capacitaron a jóvenes como Técnicos en Cultivos Agrícolas)
En este contexto, la bioingeniería se perfila como una herramienta clave para garantizar la seguridad alimentaria de manera accesible y sostenible. Las tecnologías avanzadas en este campo no solo prometen aumentar el rendimiento de los cultivos, sino también mejorar su valor nutricional.
Sandra Hurtado, Chief of Science de Bifidice, destaca que la agricultura intensiva debe evolucionar hacia modelos más sostenibles, por lo que la bioingeniería es fundamental en esta transición, ya que innovaciones como la edición genética pueden crear cultivos resistentes a condiciones climáticas adversas, “evitando la expansión indiscriminada de tierras cultivables. Además, estas técnicas mejoran el contenido nutricional de los alimentos, contribuyendo a una producción más responsable y saludable”.
(Lea: La estrategia de Bukele para reducir el costo de los alimentos en El Salvador)
El crecimiento del 5,5% del PIB agropecuario en el primer trimestre de este año jalonó la economía colombiana.
iStock
¿Es la bioingeniería el futuro de la alimentación?
Uno de los desarrollos más prometedores en el ámbito de la bioingeniería es el estudio del microbioma, tanto humano como del suelo. Un microbioma intestinal saludable, respaldado por alimentos probióticos y prebióticos, mejora la digestión y la absorción de nutrientes, lo que podría disminuir el riesgo de enfermedades crónicas y combatir la obesidad, que podría afectar al 50% de la población adulta en 2050.
(Lea: ‘Nuestro principal reto son los costos laborales por la revaluación’: Asocolflores)
Asimismo, la bioingeniería del microbioma del suelo optimiza su fertilidad de forma sostenible, reduciendo la dependencia de fertilizantes químicos y favoreciendo cultivos más saludables.
De acuerdo con proyecciones del Foro Económico Mundial, para 2030, se estima que el 20% de la alimentación mundial provenga de la bioingeniería. Este avance podría transformar radicalmente la producción y consumo de alimentos, generando múltiples beneficios.
El sector agropecuario fue uno de los que apalancó el crecimiento de la economía colombiana durante el primer trimestre.
iStock
Si estas proyecciones se cumplen, hasta 1.200 millones de personas podrían dejar de pasar hambre, según la FAO. Una mayor eficiencia en la producción alimentaria no solo disminuiría la pobreza, sino que también ayudaría a mitigar el impacto ambiental de la agricultura, favoreciendo la sostenibilidad del sistema alimentario global.
(Vea más: Los cafés de especialidad podrían ser motor del desarrollo rural colombiano)
Hurtado añade que “la incorporación de la bioingeniería en la producción alimentaria no solo tiene el potencial de mejorar la disponibilidad y calidad de los alimentos, sino que también podría ser un paso clave hacia la erradicación del hambre y la promoción de una alimentación más saludable y sostenible en el futuro”.
A medida que se avanza en la adopción de alimentos derivados de la bioingeniería, se espera fomentar una cultura de sostenibilidad que beneficie a las futuras generaciones y mejore la salud pública al enriquecer la calidad nutricional de los alimentos disponibles. Esta transición hacia dietas más sostenibles también contribuirá a la conservación del medio ambiente, aliviando la presión sobre los recursos naturales y minimizando el impacto de la agricultura convencional.
(Lea: Banco Serfinanza colocó $30.090 millones para créditos del sector arrocero)
