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Energía

21 abr 2024 - 6:35 p. m.

¿La culpa del bajo nivel de los embalses es del actual fenómeno de El Niño?

Medidas de urgencia debieron tomarse en enero y desplegarse en febrero. Si ello hubiera ocurrido, embalses estarían 10 % más altos.

El embalse San Rafael

El embalse San Rafael.

EFE

POR:
21 abr 2024 - 6:35 p. m.
TOMÁS GONZÁLEZ Y CHRISTIAN JARAMILLo

Este ha sido un fenómeno El Niño bien portado. Lo vimos venir desde comienzos del 2023, se demoró un poco más de lo usual en empezar y, si termina en abril, será un Niño de duración normal.

Tampoco ha habido imprevistos desde el sistema eléctrico. La demanda eléctrica (alrededor de 230 GWh-día) se incrementó por las mayores temperaturas, pero no de manera inusual para un Niño. El parque generador no ha tenido fallas grandes, la disponibilidad de combustible no ha sido un limitante y, de hecho, comenzamos El Niño en septiembre con un nivel de embalse excepcionalmente alto -aproximadamente un 10% por encima de lo usual para ese momento- y llegamos a diciembre con un cómodo 70%.

(Vea: Empresas europeas, tras la pista de Enel para producción de energías renovables).

¿Qué significa un fenómeno El Niño para el sector eléctrico? En épocas normales, cerca de tres cuartas partes de la energía que consume el país se genera con agua y el resto con plantas térmicas de carbón y gas.

En épocas de Niño, con lluvias reducidas significativamente, las plantas térmicas deben generar hasta la mitad, sustituyendo la energía que no puede entregar la hidroelectricidad. La clave para garantizar el suministro de energía eléctrica en Colombia es asegurar la capacidad de manejar los cambiantes niveles de embalse con el suficiente respaldo térmico y de modular los niveles de demanda en los períodos secos. En las zonas en que hay embalses para energía en Colombia hay en términos generales dos épocas de lluvia en el año: una de abril a agosto, y otra de octubre a diciembre que es corta pero intensa. En los períodos secos llueve, pero poco. Los embalses deben reabastecerse en ambos períodos de lluvia, ya que no tienen suficiente capacidad para resistir un año entero de generación normal sin secarse.

Cuando llega El Niño, prácticamente desaparece el período de lluvias de octubre a diciembre y no llueve en los períodos secos. El sistema tiene que atravesar el desierto sin oasis.

El transcurso de un fenómeno el Niño en Colombia comienza en diciembre del año anterior (de 2022 en el caso actual), cuando hay indicios de que podría no haber lluvias en octubre de 2023. A continuación, en febrero de 2023 se reúne el Cacsse -la comisión de Gobierno encargada de hacerle seguimiento a la situación energética, que preside el Ministro de Minas y protagonizan la Creg y el operador del sistema, XM- y pide ajustar la programación de mantenimientos de plantas y líneas para que aguanten desde agosto de 2023 hasta junio de 2024 sin tener que parar.

En junio (en este caso de 2023) el Ideam confirma que efectivamente viene un Niño. Y desde julio los precios de la energía en bolsa suben porque los embalses disminuyen su oferta de generación para llenarse antes de septiembre. Se aprovisionan de agua para la travesía por el desierto. Con los precios más altos, la generación térmica entra a sustituir la hidráulica.

(Vea: Demanda de energía de los hogares creció 12% en marzo).

A partir de ese momento, y hasta el fin del Niño, todo es un ejercicio de ver qué tan dura será la travesía.
Los Niños pueden ser más secos, o alargarse; desde la crisis de 1991-92 el sistema ha sido construido para que seamos capaces de aguantar travesías largas.

Febrero y marzo (de 2024 en este caso) son siempre críticos, porque son meses muy calientes, aumenta la demanda, ya estamos con las reservas en el último cuarto y la gente comienza a preguntar cuándo vamos a llegar al otro lado.

El guión normal rara vez se cumple al pie de la letra. Es común que haya imprevistos. En 2009-2010 hubo escasez de gas; en 2015-2016 también, y además hubo accidentes en dos plantas grandes que las dejaron inoperantes buena parte del Niño, un juez cerró una hidroeléctrica recién terminada y la planta de importación de gas entró un año tarde. A veces, los precios altos persuaden a algún generador de gastar su agua imprudentemente. 

Sequía

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Además, los precios altos en bolsa son financieramente estresantes para las comercializadoras de energía que no han obtenido contratos de energía de precio estable -y para sus usuarios, que ven subir su factura-. Al acercarse el final del Niño suele haber agentes que celebran temprano y aflojan en el ahorro de agua.

(Vea: Los acuerdos a los que llegaron Minenergía y la Alcaldía de Medellín por EPM).

Por eso, durante todo ese trayecto, el equipo de Gobierno debe estar muy atento a que el sistema funcione sin sobresaltos. La Creg, XM, el CNO y más recientemente la Superservicios hacen seguimiento continuo a los precios de bolsa, a la disponibilidad de agua y combustible, a la red que permite distribuir la energía usando las plantas que deben ser, al traslado a precios en las facturas y a la salud financiera de las empresas. Cuando hay que ajustar el guión la Creg y XM en estricta coordinación con el Ministerio toman las medidas requeridas. La Superservicios interviene solo en el evento de que un agente desfallezca, con el fin de ayudarlo a cumplir su rol -las eventuales sanciones son una discusión para después del Niño-. Este guión, que nos ha mantenido sin racionamientos durante más de 30 años, se desechó en este Niño. El Cacsse se reunió tarde, y poco; los agentes tuvieron que ajustarse por su cuenta y sin la debida coordinación del Gobierno; el Ministerio, de manera errática, amenazó con intervenir y bajó a sombrerazos los precios de bolsa, impidiendo que se ahorrara agua -y de paso causando alarma en los inversionistas que no se presentaron a las subastas para ampliar la capacidad de generación-. Además, el Gobierno, en un hecho sin precedentes, dejó a la Creg inoperante al rehusarse a nombrar los comisionados, de manera que se quedó sin la mitad de la capacidad de análisis sectorial y sin el ente que debe tomar las medidas requeridas.

Para ser eficaces, las medidas de urgencia debieron tomarse a más tardar en enero y desplegarse en febrero: incrementar la generación térmica en unos 40 GWh-día y disminuir la demanda en unos 10 GWh-día con un programa como Apagar Paga -que en 2016 triplicó las metas de ahorro en unas pocas semanas- y no con llamados vacíos de última hora. Con esto hubiera podido ahorrarse 0,3% del embalse por día, lo que hoy nos tendría con un nivel 10% más alto y no en medio de la crisis que estamos enfrentando. Ignorar las realidades del sector y rezar para que llueva no es una buena política energética.

(Vea: El Gobierno ‘se despierta’ para atajar posible apagón eléctrico).

Desafortunadamente es el camino que ha escogido el Gobierno, concentrándose en su narrativa ideológica y olvidándose de gobernar. Y destruyendo o amedrentando la institucionalidad cuando esta le recuerda que su mandato constitucional es garantizar el servicio público de energía.

TOMÁS GONZÁLEZ* Y CHRISTIAN JARAMILLO**
* Exministro de Energía y Director del Centro Regional de Estudios de Energía (Cree).
** Exdirector de la Creg y de la Upme. Socio director de On Point Consulting.

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