A Edgardo Galeano y su esposa Soledad les cambió la vida cuando su hija Macarena decidió emigrar a España en busca de un mejor futuro. Vivían juntos en Argentina junto a Lisandro, el hijo de 17 años de Macarena. Además de compartir el legado familiar, los tres compartían un sueño: tener una mejor vida. En Argentina no vivían mal, pero pensaron que en España vivirían mejor. Alejados del sentimiento de vivir a ras, a penas.
No podían estar más equivocados, pero no lo sabían.
Antes de emigrar
Fueron dos años de planeación. Vendieron todas sus pertenencias para reunir el dinero suficiente de los pasajes: le dijeron adiós a sus carros, muebles y accesorios. El precio que estaban dispuestos a pagar por una mejor vida era alto, casi invaluable: "Hoy nos reímos, pero fue durísimo juntar peso por peso hasta que pudimos sacar los pasajes", recuerda Edgardo.
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Cuando los tuvieron, empacaron lo poco que les quedaba y, entre lágrimas, se despidieron de sus demás familiares. El avión los llevó hasta Valencia (España), en donde unos amigos les ofrecieron morada y apoyo mientras lograban acomodarse. Compartían apartamento con otras familias en su misma situación, pero el ambiente era optimista.
Las dificultades
Familia Valencia
La Nación
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Edgardo encontró trabajo en el área de la construcción. Tenía experiencia y formación en aquel campo, así que conseguir un puesto fue fácil. El problema fue mantenerse en él y, claro, el bajo sueldo. Le pagaban 1.300 euros mensuales.
Para dar un contexto: ellos eran 5 y alquilar una habitación individual en un piso compartido puede costar entre 200 y 600 euros al mes. Los estudios o pisos para dos personas pueden costar entre 500 y 1000 euros al mes. Es decir, si cada uno tuviera una habitación les costaría, mínimo, 1.000 euros al mes. Y debían añadir gastos de comida, servicios y transporte.
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Y aunque Edgardo no era el único que trabajaba, el dinero seguía sin rendir. Su hija Macarena encontró trabajo en un bar, donde le pagaban 1.000 euros al mes. Para ambos fue duro.
"El choque cultural fue tremendo: de abrazar y saludar con un beso, a que nadie te salude. Pasas a ser un don nadie. Te dicen que ya no estás en tu país, que acá se trabaja como yo te digo y si no te gusta chau, búscate la vida", relató Edgardo.
El momento de volver
La revelación le llegó a Edgardo mientras esperaba su turno en una sala de urgencias. "En esa sala vi la indiferencia y la falta de humanidad, y me di cuenta de que extrañaba Argentina más que nunca", contó.
Edgardo, preocupado por el futuro, se cuestionaba qué sucedería si alguno de ellos enfermaba de gravedad. El sueño se transformó en pesadilla.
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Dos años después de haber partido, la familia Galeano regresó a Argentina. "No importa lo que cueste, estamos en nuestro país", afirmó Edgardo y añadió: "Mejor que en España estamos".
La familia no se arrepiente de migrar. Al contrario, expresan que la experiencia los hizo valorar lo que tenían en Argentina.
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