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Internacional

16 sept 2024 - 3:35 p. m.

Castores paracaidistas: detalles de un hecho real que podría parecer mentira

El suceso inspiró incluso una película documental que fue desempolvada hace algunos años.

Castores paracaidistas

Agentes del Departamento de Caza y Pesca de Idaho cargan un castor en una caja de madera antes de subirlo a un avión y dejarlo en el interior de Idaho.

Idaho Fish and Game - A.P.I.

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Como decía el poeta poeta uruguayo Eduardo Galeano, “el mundo no está hecho de átomos, está hecho de historias” y en cada rincón que alguien pregunta más de lo usual o se fija en los detalles, encontrará que alguien siempre tiene algo para contar y, si lo hace bien, puede llegar incluso a convertirse en un relato tan fascinante como la de los castores paracaidistas, que hace poco fue rescatada por National Geographic.

Si bien ocurrió hace más de 70 años, este hecho volvió a estar en el radar de los amantes de las crónicas y relatos ya que investigadores de este medio se encontraron con la persona que dio con lo sucedido en 2014 e incluso develó el documental con los detalles inéditos y la historia de sus protagonistas.

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Todo pasó en, según los registros, los Estados Unidos, para el año 1948, cuando las estrategias para enfrentar la sobrepoblación de castores no estaban dando resultados y en medio del dolor de cabeza en que se estaba convirtiendo esto, las autoridades del estado de Idaho, en el noroeste de Estados Unidos puso en marcha una idea que por loca que parezca, se llevó a cabo con éxito.

Los creativos fueron trabajadores del Departamento de Caza y Pesca de Idaho, quienes decidieron reubicar a un grupo de castores en la zona de Chamberlain Basin, una región remota en las montañas Sawtooth. Estos animales fueron trasladados desde áreas cercanas a McCall y Payette Lake, en el suroeste de Idaho, utilizando aviones y paracaídas para llevarlos a su nuevo hogar.

Castores paracaidistas

Agentes del Departamento de Caza y Pesca de Idaho cargan un castor en una caja de madera antes de subirlo a un avión y dejarlo en el interior de Idaho.

Idaho Fish and Game - A.P.I.

National Geographic explicó que en la década de los 40 se dio una sobrepoblación de castores en áreas rurales, donde dada su capacidad para construir represas, estaban causando inundaciones y destrucción en propiedades privadas y ante la situación, un agente de conservación decidió probar una solución innovadora: reubicar a los castores lanzándolos en paracaídas a zonas menos habitadas.

“En aquella época, el proceso de reubicación de castores por tierra era "arduo, prolongado, caro y provocaba una elevada mortalidad", dice el reportaje que escribió Elmo W. Heter, empleado del Departamento de Caza y Pesca de Idaho, en un artículo titulado Transplanting Beaver by Airplane and Parachute [Reubicación de castores en avión y paracaídas], publicado en el Journal of Wildlife Management en abril de 1950.

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Segunda Guerra

Acorde a lo que se ha contado al respecto y la información recogida en el documento, este singular experimento consistía en usar paracaídas de la Segunda Guerra Mundial para lanzar cajas que contenían a los castores desde aviones. Tras varias pruebas, el equipo perfeccionó el diseño de las cajas, asegurándose de que se abrieran de forma segura al tocar tierra. Gerónimo, uno de los castores involucrados en las pruebas, se convirtió en un elemento clave para afinar el proceso.

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“Después de experimentar con otras configuraciones de cajas (que primero probó vacías y luego, en varias ocasiones, con un castor mayor llamado Gerónimo), Heter se decidió por un diseño que incluía dos cajas de madera sin tapa encajadas y articuladas, como una maleta, cada una ventilada con agujeros perforados de unos 2,5 centímetros. Una intrincada cuerda mantenía el conjunto unido hasta que la caja aterrizaba, el paracaídas se desplomaba y las bisagras se abrían”, dijo National Geographic.

La operación fue un éxito en su mayoría, y se lograron reubicar a 76 castores sin mayores inconvenientes. Aunque hubo una baja, la estrategia de los "castores paracaidistas" redujo el estrés y la mortalidad que solían sufrir estos animales durante traslados largos por tierra. Además, resultó ser una opción más rápida y económica, con un costo de apenas siete dólares por cada castor lanzado.

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