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21 oct 2024 - 12:00 a. m.

El elefante en la habitación

El liderazgo puede transformar esta realidad y fomentar un entorno donde el talento desee permanecer y prosperar.

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La meta es que Colombia invierta su relación con el mundo y pase a ser ese lugar donde muchos quieren estar.

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POR:
Por Jaime Urquijo, CEO Great Place to Work®

La expresión “hay un elefante en la habitación”, se acostumbra cuando se quiere hacer referencia a la existencia de un tema incómodo o problemático que es preferible ignorar para evitar meterse en dificultades. Obrar así podría ser considerado conveniente por algunas personas, pero es una pésima idea si se van a formular estrategias y tácticas, pues estas tienden a ser poco efectivas cuando se deja por fuera algo esencial.

Nos es inevitable pensar en esto cuando le presentamos al país organizaciones que han logrado ser consideradas como Grandes Lugares para Trabajar. ¿Por qué? ¿Cuál es el elefante en la habitación? Los logros de estas organizaciones y su impacto muy positivo en la sociedad, que se advierte en una cantidad récord que efectuaron Great Place to Work® en este último año, no están siendo suficientes para mitigar una realidad que a todos nos atañe: la migración neta en el país es muy negativa y se puede resumir en una cifra que asusta: en los ocho primeros meses de este año, salieron del país un promedio diario de 1.138 personas más de las que entraron. A este ritmo, que parece propio de una evacuación, una ciudad como Pereira perdería todos los habitantes de su cabecera municipal en un año.

Es imposible creer que este dato lo origina algo que estamos haciendo bien. Más aún, esto no parece congruente con la información que recoge Great Place to Work® escuchando centenares de miles de colaboradores por año que no dejan duda de que hay avances significativos en el convencimiento de actores clave sobre los beneficios asociados a ser un gran lugar para trabajar, en la solidez de propuestas de valor como empleadores con beneficios muy atractivos para sus colaboradores y mejoras sensibles en destrezas de liderazgo, solo para hacer referencia a lo más relevante. Todo esto en un entorno más desafiante, producto de colaboradores más conectados al mundo, con más elementos de juicio para evaluar qué tanto sus realidades laborales responden a las necesidades y expectativas que son propias de sus proyectos de vida.

El éxodo del talento

No nos estamos dejando llevar por el nacionalismo. El avance es innegable y así ha sido reconocido en el ámbito internacional cuando el Instituto elabora la lista de los mejores empleadores en América Latina, contrastando los resultados de miles de organizaciones en múltiples campos de actividad. En más de una ocasión, Colombia ha hecho moñona ubicando organizaciones al tope de las diferentes listas.

Si esto está pasando, ¿por qué se está produciendo este éxodo que nos debilita cómo país? Ahondar en las causas de esta dinámica demográfica es, por supuesto, materia de especialistas. Sin embargo, hay una razón tan obvia que podemos mencionarla sin temor a equivocarnos: falta de oportunidades. Y esta no está circunscrita a la población más vulnerable, porque esta migración también toca a personas con muy buena formación académica que no encuentran en el país el espacio que les permita aprovechar de forma razonable sus capacidades.

Por supuesto, la falta de oportunidades no es un evento fortuito atribuible a la mala suerte. Ni siquiera al estado de desarrollo del país, en tanto y en cuanto hay otros en un nivel similar que exhiben una dinámica migratoria muy diferente. A cualquier líder de una organización, pública o privada, le sería obvio concluir que si son más quienes desean salir que aquellos que desean vincularse, es porque hay fallas graves en la propuesta de valor, la estrategia y las tácticas. Más aún, este líder debe tener claro que él o ella es el principal responsable de tomar los correctivos necesarios para que esto no pase.

Este es el vacío más protuberante hoy. Líderes claves de asuntos públicos se les ve dedicados a generalizaciones que parecen propias de otros tiempos, más preocupados por el hablar y arengar que por el reflexionar y analizar. Este estilo de liderazgo deja poco o ningún espacio a propuestas concretas que deberían tener un poder de convocatoria extraordinario, porque encauzarían el sentido de propósito y la energía de este país: son muchas las cosas que podrían ser sustancialmente mejores con la articulación de voluntades que se pongan “manos a la obra”. El lucro cesante del país, la brecha que hay entre lo que producimos -no solo en términos económicos- y nuestro potencial, ya debe ser considerado alarmante.

Muchas organizaciones con las que Great Place to Work® interactúa en Colombia, tienen líderes muy atractivos que tienen un impacto muy positivo en su entorno. Este es un excelente ejemplo a seguir por líderes de asuntos públicos para que Colombia invierta su relación con el mundo y pase a ser ese lugar donde muchos quieren estar, para sumar a algo grande, a tono con el potencial tanto de las personas como del país.

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