El predio ‘Nuevo Amanecer’, antigua Calandaima, en el departamento del Cesar, es uno de los lugares que, luego de vivir en carne propia la violencia del conflicto armado, ahora le apuesta a la reconciliación. Las tierras que les habían quitado les fueron devueltas a los campesinos que fueron desplazados.
Una de ellas, Lilibeth Pedrozo, explica lo que significa el volver a su finca: “el gobierno nacional nos dio la oportunidad de obtener esta tierra, pero no solo para tenerla como familia, sino para producir alimentos limpios, sanos, sin químicos, cultivados por nuestras propias manos en nuestro territorio”.
En lugar de la zozobra de la guerra, a las tierras del ‘Nuevo Amanecer’ volvieron el plátano, el maíz, la yuca y la papaya. Se trata de 118 familias que retornaron a la zona. Óscar Emilio Téllez Morelo hace parte de una de ellas. Él explica lo que significó la entrega de las 1.135 hectáreas a su comunidad.
“Nada más de recordar ese momento se me eriza la piel. Con la entrega se acabaron las persecuciones, hay una seguridad de que esta tierra es nuestra”, asegura Téllez.
En Carmen de Bolívar, en la vereda del Bledo, predio de la Esperanza, fueron 148 las familias que retornaron al territorio. Allí, la angustia se cambió por la siembra de guanábana, ñame, maíz, ahuyama y yuca.
Dilson Hernández es uno de los beneficiados. Con una ahuyama entre sus manos, le agradece a la reforma agraria y explica que, luego de la entrega de la tierra, están cosechando los alimentos. “Gracias al cambio estamos trabajando ahora de manera asociativa y, entre otras, queremos vender la pulpa de la guanábana”, señala el campesino.
Claudia Machuca, líder de la Asociación Buenos Aires del Peñón, en el sur de Bolívar, es una de las desplazadas de ese territorio en el 2003. “Los paramilitares nos dijeron que si seguíamos trabajando en Las Pavas no respondían por nuestras vidas”, cuenta Claudia. Respecto a los títulos de propiedad, ella dice, “necesitábamos que llegaran a nuestras manos, que no nos siguieran revictimizando y diciéndonos que éramos invasores. Lo que hacen con todo esto es construir paz desde el territorio”.
Más de 142.000 hectáreas adquiridas
Las distintas acciones de la Agencia Nacional de Tierras (ANT) en el contexto de la reforma agraria, a la fecha dan como resultado que la entidad, dirigida por Felipe Harman, ha adquirido más de 142.000 hectáreas en tan solo dos años del actual gobierno, mientras que en la presidencia de Juan Manuel Santos se adquirieron 17.882 hectáreas -luego de firmar los acuerdos de paz de La Habana-, y en el cuatrienio del 2018 al 2022, fueron cerca de 18.159 hectáreas las que se consiguieron para campesinos y comunidades étnicas.
Esta estrategia avanza de manera decidida y, es así, que el gobierno nacional asegura que hoy se han comprado tierras en un 120 por ciento más que el año anterior. El pasado 27 de agosto, hubo un debate de control político en el Senado de la República, en él, la ANT mostró sus resultados, al tiempo que enfatizó en la necesidad de “insistir permanentemente en el legítimo derecho del campesino por adquirir un pedazo de tierra”.
Harman explicó que la entidad que lidera trascendió a los cuestionables manejos que hacía en el pasado el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder). “Ahora más que nunca se privilegian las aspiraciones de los campesinos que padecieron las duras consecuencias de la guerra, de tener un piso donde su familia sienta la seguridad jurídica, de tener la capacidad y los medios productivos para hacer grande este país, es lo que alimenta el sueño y la aspiración colectiva de hacer esta reforma agraria” dijo Harman.
En este contexto, en el que una de las banderas del gobierno actual ha sido la de consolidar una reforma agraria que contribuya a la construcción de paz en los territorios tradicionalmente olvidados por el Estado, la ANT se fijó el propósito de llegar a rincones a los que antes no había llegado.
Antioquia, Magdalena, Cesar, Sucre, Córdoba, Bolívar, Meta, Huila, La Guajira, Tolima, Cundinamarca, Putumayo, Caquetá y Cauca, hacen parte de los 15 departamentos, donde se han beneficiado comunidades que han sido despojadas y violentadas en el país.
En esa medida, la estrategia de la formalización de la tierra alcanzó 1.130.101 hectáreas, para que los campesinos produzcan alimentos con la certeza de que los terrenos en los que trabajan son propios, dándole fin a la incertidumbre que el conflicto les llevó a sus comunidades durante tantos años.
En los últimos dos años, la ANT ha adquirido más de 142.000 hectáreas para la reforma agraria.
Archivo Particular
Reserva Campesina
A la fecha, Colombia cuenta ya con 14 zonas de reserva campesina. Dos de ellas se constituyeron en el gobierno de Ernesto Samper, tres en el gobierno de Andrés Pastrana, una más en el gobierno de Álvaro Uribe, otra en la era de Juan Manuel Santos y las últimas siete han sido conformadas en el gobierno de Gustavo Petro, al tiempo que está a punto de lograrse la constitución de la octava.
En los últimos dos meses, la ANT ha avanzado de manera significativa en los procesos encaminados a robustecer la compra y entrega de tierras, enfocados en tres líneas de acción: corregir, acelerar y cumplirle al campesinado.
“El primer frente ha sido corregir situaciones administrativas, operativas y algunas irregularidades en 23 predios que fueron denunciados”, señaló Harman.
Así mismo, asegura el director, la Agencia viene ratificando la transparencia en los procesos que se vienen adelantando con el lanzamiento del nuevo formulario único de compras de la ANT, donde tanto empresarios como ganaderos pueden ofertar de manera voluntaria y virtual, sus tierras para la reforma agraria, sin intermediarios. Ya son 1.283 haciendas ofertadas que corresponden a más de 13.000 hectáreas.
En el departamento del Magdalena, el ganadero Raúl Botero le ofertó sus tierras a la ANT como aporte al campesinado. Esta entidad se las compró a un precio justo y hoy, la finca en Santa Bárbara de Pinto, les fue entregada a dos asociaciones campesinas. “Creo que lo que queremos tanto los de izquierda y de derecha es el bien nacional, que haya menos pobreza y menos hambre, por eso estoy aquí y creo en el programa. Estas tierras quedan en manos de los campesinos, de gente buena del campo y eso me llena de satisfacción. No hay obligación de vender las tierras. No hay expropiación y yo le auguro lo mejor a la reforma agraria”, puntualizó Botero.
Grupos étnicos
En estos dos últimos años se ha realizado la compra de 77.103 hectáreas para grupos étnicos.
Se trata de la compra más grande en la historia del país para estas comunidades, en las que en años anteriores tan solo alcanzaban las 14.000 hectáreas.
Sumado a esto, se constituyeron 153 resguardos indígenas y se entregaron 73 títulos colectivos a comunidades negras.
Casos emblemáticos
Los casos más emblemáticos, en los últimos meses, han tenido que ver con la entrega de 87 títulos que corresponden a 1.700 hectáreas en el corregimiento de El Aro, Ituango, donde después de 27 años de la masacre, se reivindica una comunidad que no ha parado de luchar.
Algo similar ocurrió en el Sur del Bolívar. Allí, luego de más de dos décadas de resistencia, cuando 123 familias fueron despojadas de sus tierras por la violencia, la ANT hizo entrega de 1.500 hectáreas a campesinos de la Asociación Buenos Aires del Peñón, en la finca Las Pavas. Allí, de manera asociada también, hoy están sembrando berenjenas, yuca y plátano.
Los Acuerdos de Paz de La Habana que permiten la reforma
El punto uno de los Acuerdos de Paz de La Habana establece una Reforma Rural Integral, basada en el hecho de que, según los datos del Censo Nacional Agropecuario, Colombia es el país de América Latina con mayor concentración. En este contexto, el uno por ciento de las fincas de mayor tamaño acapara el 81 por ciento de la tierra; el 19 por ciento de la tierra restante se reparte entre el 99 por ciento de las fincas.
Esta iniciativa de reforma le apunta a “contribuir a la transformación estructural del campo, cerrando las brechas entre el campo y la ciudad y creando condiciones de bienestar y buen vivir para la población rural”.
Más Contenido. Un proyecto de Contenidos Editoriales Especiales de EL TIEMPO y PORTAFOLIO con el auspicio de la Agencia Nacional de Tierras.
