El creciente interés por proteínas no animales y sus implicaciones ambientales

A medida que la conciencia sobre el impacto ambiental de la producción y consumo de alimentos aumenta, muchos países occidentales están mostrando un renovado interés en dietas vegetarianas, veganas y flexitarianas, que tienen una menor huella de carbono.

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Sin embargo, a pesar de este cambio de tendencia, la carne y los lácteos siguen siendo las principales fuentes de proteína para los adultos en estos países, siendo esencial para el crecimiento y reparación del cuerpo.

De acuerdo con una investigación de BBC, la transición hacia una dieta con menos productos animales plantea un desafío: asegurar una ingesta adecuada de proteína. Aunque muchos creen que esto se traduce en consumir más sustitutos de carne basados en plantas, como hamburguesas vegetarianas, estos productos, a pesar de ser más amigables con el medio ambiente, presentan desventajas.

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Las carnes alternativas vegetales, a menudo consideradas "ultraprocesadas", pueden tener un perfil nutricional menos favorable, con mayor contenido de sal y menos hierro y vitamina B12, aunque a veces son más bajas en calorías y grasas.

No obstante, las carnes alternativas no son la única opción de proteína no animal. Existen cinco categorías amplias de proteínas vegetales que a menudo se pasan por alto: legumbres, algas, insectos, carne artificial y granos de cereales.

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Las legumbres, como frijoles y garbanzos, son semillas comestibles de plantas leguminosas y ofrecen numerosos beneficios. Comparadas con otros cultivos, requieren menos fertilizantes, lo que se traduce en menores emisiones de gases de efecto invernadero.

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Además, mejoran la salud del suelo y la diversidad microbiana, y algunas variedades son más resistentes a las condiciones climáticas adversas. Con un contenido proteico que varía entre el 17% y el 30%.

Las algas marinas y la espirulina representan otra alternativa prometedora. Estas plantas son ricas en proteínas, con un contenido que oscila entre el 50% y el 60%, y poseen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.

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Consumir algas marinas directamente puede no ser del gusto de todos, incorporarlas en recetas como pan puede ser una forma atractiva de beneficiarse de su alto contenido proteico, aunque podrían modificar el color y sabor de los alimentos.

Los granos de cereal como avena y trigo suelen ser percibidos principalmente como carbohidratos, pero también son una fuente significativa de proteína, con un contenido que varía entre el 7% y el 18%.

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Además, algunos pueden contribuir a la reducción del colesterol y mejorar la salud intestinal. Actualmente, una gran parte de los granos de cereal se destinan a la alimentación animal.

Para los más aventureros, los insectos y la carne artificial ofrecen opciones innovadoras. Aunque no son comunes en la dieta occidental, los insectos, como la harina de grillos que contiene entre el 45% y el 70% de proteína, y la carne artificial, están ganando terreno.