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Mauricio Cabrera Galvis

¿Biodiversidad o descarbonización?

Hay países y empresas dispuestos a pagarnos por preservar nuestra enorme biodiversidad.

Mauricio Cabrera Galvis
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Mauricio Cabrera Galvis

La protección de la biodiversidad y la descarbonización son dos políticas indispensables en la lucha contra el cambio climático, pero tienen enfoques y objetivos distintos. La primera es el tema de la COP16 que empieza esta semana en Cali, y la segunda se debatirá en la COP29 que se celebrará en Azerbaiyán el próximo mes de noviembre. Entender las diferencias entre estas dos políticas es fundamental para saber cuál debe ser la prioridad del Colombia.

La descarbonización se refiere a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero (GEI) provenientes del uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), para limitar el calentamiento global. La transición energética es una estrategia de descarbonización. Por su parte, la protección de la biodiversidad se centra en la conservación y restauración de los ecosistemas naturales, que desempeñan un papel crucial en la regulación del clima.

Los bosques, los océanos y otros ecosistemas capturan y almacenan grandes cantidades de CO2, lo que ayuda a mitigar el cambio climático. Acabar con la deforestación de la Amazonía es una estrategia de defensa de la biodiversidad. Las emisiones de CO2 son la causa principal del calentamiento global, por lo que su reducción debe ser la prioridad de las políticas mundiales. Como el 55% de las emisiones de GEI en el mundo provienen del uso de combustibles fósiles, sustituirlos por fuentes de energía renovables es un imperativo para todo el mundo si se quiere evitar la catástrofe ambiental. Este será uno de los temas de la COP29.

Sin embargo, las prioridades de Colombia no deben estar en la reducción del uso de hidrocarburos (aunque en carbón si se debe hacer un esfuerzo), y mucho menos en su producción, sino en la protección de la biodiversidad, por varias razones.

Primera, porque Colombia solo emite el 0,21% de los GEI, y de estos sólo el 30% proviene del uso de hidrocarburos, de manera que así se lograra reducir a la mitad su uso, el impacto sobre las emisiones mundiales de GEI sería ínfimo, solo del 0,01%.

Segunda, porque el país necesita los recursos provenientes de las ventas de petróleo y carbón al resto del mundo para su balanza de pagos y para financiar al Estado y la transición energética. Pero la razón principal es que Colombia tiene el 10% de la biodiversidad del mundo, y la estamos acabando. De hecho, el 54% de la emisión de GEI en Colombia proviene del mal uso de las tierras agrícolas y la deforestación.

En el primer semestre de este año las motosierras asesinas destruyeron más hectáreas de bosque que todo el año anterior. La preservación de este patrimonio natural tiene un impacto directo sobre sectores como el turismo o la agricultura sostenible, pero además contribuye a capturar grandes cantidades de CO2. Además, hay países y empresas dispuestos a pagarnos por preservar nuestra enorme biodiversidad. La COP16 debe servir para fortalecer esta estrategia. 

MAURICIO CABRERA GALVIS
​Consultor privado

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