Las industrias creativas son uno de los sectores con mayor crecimiento económico, aportando más del 3% del PIB mundial, así, los ingresos atribuibles a estos derechos de PI aumentaron un 75% entre 2000 y 2014 (Wipo, 2017).
Para el año 2020, los bienes y servicios creativos representaron 21% de todas las exportaciones mundiales y 6,2% del empleo mundial, es decir, 50 millones de puestos de trabajo (Unctad, 2022).
Han adquirido tal relevancia que, el año 2021 fue declarado por la 74ª Asamblea General de ONU, en la Resolución 74/198 como el Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible, entendiendo esta industria como la economía del mañana, al ser renovable e ilimitada.
En este contexto, la producción musical, no ha sido ajena a este crecimiento global, constituyéndose como una importante fuente de trabajo para los creadores, intérpretes, ejecutantes, productoras, y en general, todas aquellas personas que hacen parte de esta industria.
Así, en Latinoamérica, sus ingresos superaron 25,9% lo que, la ubicó como la segunda región con más crecimiento, después del África sub-sahariana, con 37,7%, según el reporte global de música de 2023 de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica-IFPI.
Siendo México, el segundo territorio más importante del mercado latinoamericano, que en 2022, tuvo un incremento interesante de 24,3%, mientras que Brasil, el país con más ingresos de la región, aumentó 15,4% (IFPI 2023).
Colombia, también ha venido creciendo en la industria musical, con un promedio anual de valor agregado de las industrias relacionadas con los derechos de autor y conexos que creció entre 2005 y 2017 un 6,1%, con una participación en el PIB nacional del 0,85% en 2017, comparada con 0,67% de 2005. En ese período, el valor agregado del mercado se duplicó: de $3,2 billones en 2005 a $6,4 billones en 2017 (Dane).
Este escenario, se debe al posicionamiento de la industria musical, tanto del talento local en espacios y mercados globales, como al reconocimiento de la gestión de los diferentes agentes colombianos, lo que sin lugar a dudas, ha incidido en la aparición de oportunidades de exportación de los activos y servicios de esta industria creativa, propiciados claro esta, por los avances de la era tecnológica.
Sin embargo, estos desafíos que impone el desarrollo acelerado de la tecnología, no se compadecen con la actualización que en materia regulatoria demanda nuestra región, pues, como lo señalan algunos expertos, carecemos de un marco normativo que incentive el desarrollo, la creatividad e investigación y que a la vez, proteja a esos creadores, pues algunas veces, los trámites burocráticos complican el acceso a los derechos de PI, así como el desconocimiento de los convenios y acuerdos internacionales suele ser otro factor que contribuye a la debilidad de la Propiedad Intelectual.
Karina Vence Peláez
ceo@vencesalamanca.co
