Esta semana se anunciaron los ganadores de los premios Nobel de Física y Química 2024, reconocidos por sus innovaciones en sus respectivas disciplinas, destacándose por su uso pionero e incluso la creación de la inteligencia artificial. Este reconocimiento subraya la revolución que esta tecnología está generando en la humanidad. Simultáneamente, el Congreso de Colombia avanzó en la discusión de la reforma laboral. Aunque su objetivo principal es proteger al trabajador formal, “el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones”.
Para alcanzar este propósito, se propone la reducción de la jornada diurna y el aumento de los recargos por trabajo dominical y festivo. Sin embargo, estas medidas incrementarían los costos no salariales, lo que agravaría la informalidad, una situación que ya afecta a casi seis de cada diez trabajadores en el país.
Resulta preocupante que sigamos atrapados en la dicotomía de proteger al trabajador formal o flexibilizar las regulaciones para facilitar el acceso a la formalidad. El mercado laboral actual enfrenta desafíos mucho más profundos que esta obsoleta discusión.
La nueva economía, impulsada por los servicios y el teletrabajo, está transformando el panorama global.
El impacto de la inteligencia artificial ya está reemplazando a los humanos en tareas automatizables, como lo demuestran los recientes premios Nobel, descritos como impulsores de “máquinas que aprenden”.
Si no adaptamos nuestras regulaciones laborales, corremos el riesgo de que el trabajador colombiano se vuelva obsoleto frente a estas máquinas.
A pesar de algunos avances tímidos en la discusión de la reforma, como la regulación del trabajo en plataformas digitales, la posibilidad de que los trabajadores independientes coticen por debajo del salario mínimo, y la eliminación del aumento en la indemnización por despidos sin justa causa, aún queda mucho por hacer. Lejos de enfrentar esta realidad cambiante, la reforma perpetúa un enfoque desactualizado.
La solución verdadera radica en impulsar una agenda que priorice la creación de empleo, especialmente frente a la revolución de la automatización.
Un estudio reciente, que realizamos para el BID, revela que seis de cada diez empleos en Colombia están en riesgo de ser automatizados (Pabón y Mejía, 2023).* Si no se toman medidas pronto, el desempleo y la informalidad crecerán, perpetuando un ciclo perverso. Es urgente llegar a un acuerdo que prepare al país para estos desafíos. Esto implica fomentar la capacitación en habilidades tecnológicas y la educación técnica, además de adaptar la regulación laboral a un entorno donde el trabajo pueda realizarse desde cualquier lugar y en horarios flexibles.
Además, se debe priorizar la protección de los más vulnerables frente a estos cambios: trabajadores informales, mujeres y personas con discapacidad. La pregunta clave es: ¿estamos realmente preparados para enfrentar este cambio?
CÉSAR PABÓN CAMACHO
Director Ejecutivo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana.
* Mejía, L. F., & Pabón, C. (2023). COVID-19 y riesgo de automatización en el mercado laboral de los países andinos. BID, Banco Interamericano de Desarrollo.
