Si lideras una compañía o una entidad debes meditar este aforismo de Churchill: “No hay peor error en el liderazgo que infundir en la gente falsas esperanzas que pronto se disiparan”. Liderazgo es afrontar sin atenuantes la realidad desnuda para poder tomar buenas decisiones. Dijo Churchill: “los hechos son mejores que los sueños, aunque la realidad se muestre amarga”. Para que su equipo no filtrara las malas noticias. creó una “oficina de estadística” dedicada a ofrecerle datos crudos. Durante la guerra siempre le exigió a esa unidad que le diera “hechos, nada más que hechos”. Un buen líder hace preguntas para conocer la verdad, y revisa sin culpar a otros. Con fe inquebrantable logra que los demás vean la dura realidad como un buen desafío, y no como un imposible.
Cuando habla el corazón, no hacen falta muchas palabras, y eso lo saben los buenos líderes. Por eso es tan famoso el breve discurso de Lincoln en 1863, en Gettysbury, Pensilvania, el 19 de noviembre de 1863.
Antes de él un orador habló durante dos horas, Lincoln sólo habló escasos dos minutos y dijo: “Hace 87 años nuestros padres formaron una nueva nación concebida en la libertad y el hecho de que todos somos iguales”.
Así inició y enfatizó que la guerra contra la esclavitud era una ganancia para todos. Estaban en un cementerio en el que cientos habían muerto cuatro meses antes y Lincoln lo exaltó diciendo: “A nosotros los vivos nos toca dedicarnos a una tarea inconclusa para que ellos no hayan muerto en vano”. Su frase final pasó a ser un lema y un poderoso estímulo: “Con la protección de Dios, que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no perezca en la faz de la tierra”.
En julio de 1940 los nazis habían doblegado a Francia, pero un líder de este país logró que la resistencia continuara. Desde una emisora de Londres, el General Charles de Gaulle dirigió un breve discurso a sus compatriotas y afirmó: “¿Se ha dicho la última palabra? ¿Debe desaparecer la esperanza? ¿Acaso es definitiva la derrota? ¡No, Francia no está sola! ¡No está sola! La guerra no está zanjada con una batalla y podremos vencer en el futuro. ¡Pase lo que pase, la llama de la resistencia no debe extinguirse y no se extinguirá!”. El discurso alentó a la gente y dio origen a una frase que se hizo popular: “Francia ha perdido una batalla, pero no la guerra”. Frase que ojalá apliques a tu vida cuando estés por tierra y con la fe vacilante: ¡sólo has perdido una batalla!
Levántate, vuelve a creer, confía en Dios, piensa en lo mejor y recuerda que una derrota no es definitiva. Un buen líder guía con su ejemplo. Convence con su actuar más que con sus palabras.
Gonzalo Gallo G.
Escritor y conferencista
