Alguna vez le preguntaron a Darwin a qué atribuía sus logros científicos. Era un ser modesto, no se creía superior a otros y afirmaba: “Mis hallazgos se deben a una gran capacidad de observación y a mi fascinación casi infantil por la naturaleza; a un trabajo metódico, mente abierta, reflexión, paciencia y laboriosidad”.
Lo curioso en que sus maestros en la escuela lo veían como “un niño por debajo del estándar común en su intelecto”. Darwin perdió a su madre a los ocho años y, a esa edad, era un enamorado de la naturaleza. A los 20 años fue un explorador en el buque Beagle y a los 40, en 1859, publicó ‘El origen de las especies’. Igual que en otros “genios”, sus logros eran más un fruto de la transpiración que de la inspiración.
La física cuántica nos ha servido para tener bien claro que todo en el universo es energía. En tu vida dedica tiempo a trabajar con la energía eléctrica que está incluso en tu cerebro. También está fuera de ti, en la realidad que te circunda y que debes manejar bien.
Hay energía magnética que se ve en fuerzas de atracción o de repulsión. Y los palpas con un imán. La magnetita es un imán natural. Lo más llamativo de los imanes es que se repelen los polos iguales. Todo lo que existe es energía en distintas frecuencias y distintas oscilaciones. ¿Cuál es la energía que irradias? Ojalá sea la que brota de un amor que unifica.
Hay distintos poderes que están disponibles para ti. Solo hace falta que decidas abrirles espacio. Ante todo, tienes que amarte sobremanera y, entonces, aumenta tu autoconfianza. Cree en ti, cree en Dios y comprobarás que una fe inquebrantable hace magia.
Sé bien consciente del poder de crear que empleas cuando piensas, cuando hablas y cuando actúas. Date cuenta de que siempre que piensas, estás creando luz o sombras, bien o mal. Valora el tremendo poder que tienen las palabras que empleas. Usa tus poderes de la mejor manera y los resultados se verán. El pensamiento depende de tus creencias y es el gran creador. Tal como crees, creas.
Dijo un sabio maestro: “muchas personas están en la tierra como La bella durmiente. Una hada perversa les ha hecho daño con un hechizo, pero vegetan sin amarse. Pueden despertar de su sueño, abrir los ojos, reconocerse y valorarse de verdad”. Creen que no valen nada, que nacieron condenados al fracaso, y que su vida carece de sentido.
Deben soltar ataduras mentales, amarse y cambiar las creencias que los esclavizan. Su diálogo interno debe pasar del NO al SÍ, de la duda a la fe, del pesimismo al entusiasmo.
Es un cambio mental y espiritual. El día que despiertan, todo brilla más: vuelan alto y descubren su grandeza. Se acabó el hechizo.
Gonzalo Gallo G.
Escritor y conferencista
