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Hernán Avendaño Cruz

La nueva globalización

Los gobiernos que han captado esas tendencias se están moviendo para no quedarse atrás.

Hernán Avendaño Cruz
POR:
Hernán Avendaño Cruz

Hay cambios graduales del mundo que no percibimos oportunamente. Lo evidencia el crecimiento de la inconformidad imperante en muchos países, que llevó al resurgimiento del populismo.

Algo similar está ocurriendo con la globalización. Para los expertos, con la crisis financiera mundial de 2008-2009 comenzaron los cambios que están llevando a una nueva globalización caracterizada por su fragmentación. Pero dada la gradualidad del proceso, muchos políticos y analistas se niegan a aceptar esa realidad que tendrá profundas repercusiones económicas, sociales y políticas.

De acuerdo con Global Trade Alert, desde noviembre de 2008 se han realizado 57.870 intervenciones que restringen el comercio internacional. Según el FMI, en 2023 se impusieron más de 3.000 medidas, triplicando las registradas en 2019. En ese escenario es como si la OMC no existiera, mostrando el desdibujamiento de los organismos multilaterales, que es la otra característica de la nueva globalización.

La pandemia, la guerra Rusia-Ucrania y las tensiones China-EEUU aceleraron la fragmentación de la globalización y la tendencia al “friend-shoring” o “nearshoring” como nueva organización del comercio.
Los gobiernos que han captado esas tendencias se están moviendo para no quedarse atrás.

Es el caso de China, que decidió poner fábricas por todo el mundo para burlar las barreras discriminatorias de EE.UU. y la Unión Europea. Muestra de ello es su estrategia con los autos eléctricos; las fábricas chinas se están localizando en países como México, para entrar a EE.UU. sin aranceles por el TLC, y como Hungría, para anticipar las barreras de la UE. Esto es como un “offshoring” al revés del visto entre 1980 y 2008.

Por contraste, Colombia fue incapaz de aprovechar la globalización que está feneciendo; ni siquiera con la firma de los TLC logró una mayor penetración en los mercados internacionales, no se integró a las cadenas globales de valor, no diversificó su canasta exportadora, ni se registraron procesos de relocalización en la magnitud necesaria para recomponer la geografía económica del país. Ahora, en su proverbial ceguera, sigue sin reaccionar al nuevo entorno.

La senda del actual gobierno diversificará la oferta exportadora en el sentido menos esperado. Dejaremos de exportar hidrocarburos y, en cambio, seremos importadores netos de petróleo y gas. Se reducirán las exportaciones sin que sean compensadas por otros productos o servicios. La promesa del aguacate se quedó en el partidor, pues en 2023 apenas se exportaron US$200 millones y la ilusión del turismo está muy lejos de sustituir al petróleo; además, el creciente dominio territorial de los grupos armados desviará los turistas a destinos más seguros.

En síntesis, mientras la globalización cambia, analistas y políticos en Colombia no se percatan, seremos exportadores más chiquitos y poco integrados y seguiremos alejándonos del tren del desarrollo. 

HERNÁN AVENDAÑO CRUZ
​Analista

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