El límite absoluto de la ideología es la realidad. Pero ello no quiere decir que los que actúan impulsados por la ideología se dobleguen ante los hechos. Prefieren seguir buscando excusas y explicaciones antes que aceptar que están equivocados.
Nuestro sistema de salud muestra ya señales de crisis. Lo más doloroso es el caso de los pacientes de enfermedades huérfanas que protestan por la ausencia de los medicamentos especiales que requieren para sobrevivir. Como son muy pocos, nadie los escucha.
El Invima reconoce que hay 12 medicamentos que no se consiguen en el mercado. Uno de ellos es, nada más ni nada menos que la insulina, vital para cientos de miles diabéticos. Las señales negativas se siguen acumulando porque las EPS intervenidas están dirigidas por personas que deben responder con ideología a problemas que son financieros y gerenciales.
Los retos de la salud no se resuelven con ideología. Se requiere innovación, tecnología, investigación, eficiencia, eficacia, transparencia, productividad, economías de escala, sinergias, sentido común, paciencia, constancia y mucho más. Nada de esto garantiza el éxito. Proveer atención médica de calidad, a una población que envejece aceleradamente, con costos muy elevados de investigación y sin consensos éticos sobre la prolongación de los tratamientos de los enfermos terminales, es la verdadera cuadratura del círculo.
Lo cierto es que todos los modelos en el mundo están bajo un inmenso estrés financiero. El gasto en salud equivale en Colombia a un 5,7% del PIB y no puede sino aumentar en la medida que cada vez necesitamos más atención. La crisis fiscal agrava la coyuntura pues el margen de maniobra presupuestal es muy estrecho. Los desafíos de salud no han encontrado respuesta en ningún país del mundo. Ni las grandes economías ni las pequeñas lo han logrado porque, en el estado actual de la ciencia, no hay respuesta satisfactoria.
Ni la medicina, ni la economía de la salud han podido resolver adecuadamente el reto. Y que no nos digan que Cuba es el modelo ideal porque, según la UNDP, la esperanza de vida en ese país ha descendido 6,2 años desde el 2018. Los hechos son tozudos y no se doblegan frente a los eslóganes ideológicos. Pero para quienes llevan años repitiéndolos, son una prisión mental que no les permite aceptar la evidencia. Sería reconocer que estaban equivocados. La única alternativa es un reformismo gradual cargado de pragmatismo que riñe con el maximalismo revolucionario que insiste que sólo ellos en el mundo tienen razón.
Lo mismo sucede con temas complejos como el pensional. La ideología pasa por delante de la actuaría y, por lo tanto, los esquemas son financieramente insostenibles en el mediano plazo. Pero, cuando las cifras no te respaldan, la salida es ignorarlas.
Para enfrentar desafíos como la salud o las pensiones se requiere, primero que todo, humildad. Pero humildad no rima con ideología.
MIGUEL GÓMEZ MARTÍNEZ
Consultor empresarial
migomahu@gmail.com
