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Francisco Miranda Hamburger
Editorial

Para los próximos 30 años

Los retos para la economía y las empresas de Colombia incluyen la reducción de la pobreza y la informalidad, así como la diversificación productiva.

Francisco Miranda Hamburger
Director de Portafolio
POR:
Francisco Miranda Hamburger

No es poco lo que el país, su economía y sus empresas, han cambiado en los treinta años que lleva el diario Portafolio llegando a las manos de nuestros lectores. La Colombia de 2023 es, a pesar del duro choque social de la pandemia del covid-19, una nación con una economía más grande y dinámica, más integrada al mundo, con mejoras sustanciales en muchos indicadores sociales, más educada, menos pobre y con una mayor calidad de vida.

En momentos en que el país debate el alcance y la profundidad de reformas a varios aspectos claves como el sistema de salud o el régimen de pensiones, sería fácil caer en la idea de una economía y una sociedad paralizada en el tiempo y atrapada en la desigualdad. La realidad es mucho más compleja. La crisis sanitaria, social y económica del coronavirus destapó innegablemente falencias estructurales de Colombia como las brechas regionales, la inequidad social, las vulnerabilidades de género y la fragilidad de la red de protección.

No obstante, la resiliencia de la economía, la capacidad de reacción del Estado en las ayudas sociales, la respuesta del sistema de salud con la vacunación y el compromiso social de los empresarios mitigó una situación que pudo ser mucho más crítica.

Traer a colación los impactos de la pandemia implica entender que el desarrollo social y económico de Colombia es una moneda de dos caras que combinan fortaleza institucional con incapacidad estatal, tecnócratas eficientes con la expansión de la corrupción, solidez macroeconómica con complejos retos microeconómicos, consenso sobre los grandes problemas con una preocupante estigmatización ideológica.

La discusión actual en Colombia debería apuntarle más a preparar la ruta hacia el crecimiento económico con equidad social, que a reeditar fórmulas y discursos de décadas anteriores. El énfasis del debate sobre los cambios no puede perder de vista la urgencia de reducir los altos niveles de pobreza, recogiendo incluso las estrategias de años recientes que probaron su éxito.

La lucha contra la pobreza implica no solo una estructura modernizada de transferencias, sino también los caminos para la creación de más empleo formal y para el fortalecimiento de las microempresas. En otras palabras, sin crecimiento dinámico de la economía, la tarea en este frente siempre quedará incompleta.

Si bien la base de la agenda económica para los próximos años parte de la disminución de la pobreza, Colombia debe construir una senda de equidad y de cierre de brechas. Que las oportunidades para millones de ciudadanos dependan del lugar donde nació debería ser de las primeras.

​FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
​framir@portafolio.co
Twitter: @pachomiranda

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