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Francisco Miranda Hamburger
Editorial

COP16 y empresas

Buena parte del empresariado nacional está empezando a comprender los riesgos que la pérdida de la biodiversidad.

Francisco Miranda Hamburger
Director de Portafolio
POR:
Francisco Miranda Hamburger

Ayer la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, asumió la presidencia de la COP16, la Conferencia de las Partes del Convenio sobre Biodiversidad Biológica de las Naciones Unidas.

Desde el domingo pasado y hasta el primero de noviembre, Cali será el escenario de la instancia superior de este espacio bianual de discusión y negociación de la ONU para la definición de medidas para proteger la biodiversidad y regular su uso sostenible.

Este evento multinacional, con la presencia de 10 jefes de Estado y 190 delegaciones de países, constituye sin duda un importante hito para la capital vallecaucana y para Colombia.

El gobierno Petro le ha apostado en esta cumbre a un mensaje de “Paz con la Naturaleza” que incluye insistir en la propuesta de canje de “deuda por acción climática” y, en palabras del primer mandatario, “con los impuestos sobre la megariqueza depredadora, pasamos a una relación diferente entre los seres humanos frente a la producción y a la riqueza”.

Ayer, en el primer día del encuentro, Colombia presentó su plan de acción de biodiversidad al 2030 con 191 acciones estratégicas en torno a la reconversión productiva de tres millones de hectáreas, pasar del 24 al 34% de áreas protegidas, aumentar hasta el 68% de aguas residuales. Además, tiene como meta que la bioeconomía crezca su aporte al PIB del 0,8% de hoy al 3% y genere alrededor de 552 mil empleos.

Precisamente al menos dos aspectos cruciales para el éxito de esta COP16 en Cali impactan al sector privado: la discusión sobre la financiación de las acciones para la biodiversidad -que incluyen el acceso a los beneficios de los recursos genéticos- y el rol del sector empresarial en el crecimiento sostenible. De hecho, varias metas del Marco Global de la Biodiversidad de Kunming-Montreal, cuya implementación es clave para la cumbre, tocan, en mayor o menor grado, a las actividades empresariales.

Una de las más directas es la Meta 15, que pide adoptar medidas para que las empresas evalúen y den a conocer sus riesgos, dependencias e impactos de la biodiversidad. Otras son la 19 sobre recursos financieros -quién pagará y de qué forma esta protección está en el corazón de la discusión global- y la 20 -fortalecimiento y desarrollo de las capacidades. Del lado de las amenazas a la biodiversidad, las empresas podrían contribuir a la meta de reducir la contaminación- la número 7 y la 2 y la 3 de restauración y conservación del 30% de los ecosistemas.

El reto de un desarrollo económico sostenible pasa por la creación de un aparato productivo, mayoritariamente conformado por empresas privadas, con prácticas, sistemas de producción y modelos de negocios con el centro en la biodiversidad.

De hecho, el plan anunciado ayer por el Gobierno Nacional requerirá del trabajo conjunto y compromiso público-privado con el sector empresarial.

El esfuerzo contenido en la hoja de ruta de “Biodiversidad y Empresa”, liderada por la Andi con aliados, empresas y una asesoría técnica, constituirá una estrategia con lineamientos, metas e indicadores en la dirección correcta.

Buena parte del empresariado nacional está empezando a comprender los riesgos que la pérdida de la biodiversidad -y el cambio climático- están desplegado sobre sus modelos de negocios y su sostenibilidad futura. Uno de los desafíos precisamente es que esa concientización baje a las medianas y pequeñas empresas.

Varias de las cuestiones a discutir en la COP16 de Cali podrían encontrar en el sector empresarial salidas para mitigar y reducir esos riesgos y así potenciar las metas sobre bioeconomía. 

Francisco Miranda Hamburger
Director de Portafolio

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