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Francisco Miranda Hamburger
Editorial

Gracias Selección Colombia

Más allá de los incidentes extrafutbolísticos, el subcampeonato del onceno nacional es ejemplo de unidad y profesionalismo, y augura más alegrías.

Francisco Miranda Hamburger
Director de Portafolio
POR:
Francisco Miranda Hamburger

A ocho minutos del final del segundo tiempo suplementario de la final de la Copa América, el gol del argentino Lautaro Martínez silenció no solo a las decenas de miles de colombianos en el estadio Hard Rock en Miami, sino también a todo un país. Poco después, la ilusión del campeonato se cerró con la derrota, la primera tras 28 partidos invictos, de una Selección Colombia de fútbol que jugó un torneo inolvidable y dejó lecciones en la cancha.

El histórico paso a la instancia final del torneo hemisférico fue la conclusión de dos semanas en las que el onceno nacional demostró el excelente momento futbolístico que experimenta. Asimismo, los jugadores encarnaron en esos quince días el tradicional cliché de que el seleccionado patriota es uno de los pocos “referentes” de la identidad nacional de los colombianos. En palabras del profesor Andrés Dávila, “buscar esos imaginarios de Nación, en fenómenos más asociados al deporte, en nuestro caso, serían el fútbol, el ciclismo y, en algún momento, el boxeo”.

Que la Selección Colombia es una muestra de un “punto en común” para una sociedad como la colombiana, con profundas y permanentes divisiones, es difícil de contraargumentar. Este fin de semana -y en general toda la duración de la Copa América- el país, y su economía, respiraron fútbol y el sueño de coronarse campeones en Estados Unidos se convirtió en un sentimiento colectivo y generalizado. Si bien la Presidencia de la República pospuso el homenaje a la escuadra nacional, tras haber decretado día cívico, el subcampeonato es recibido con esa mezcla de tristeza con satisfacción y orgullo por haber superado las expectativas.

No son pocas las enseñanzas con aplicación empresarial que deja la participación colombiana en este campeonato continental. La más importante tiene que ver con el liderazgo: tanto la dirección técnica como los principales jugadores del equipo nunca perdieron de vista su objetivo ni se sintieron incapaces. Los expertos futbolísticos podrán apuntar a desaciertos del técnico Néstor Lorenzo o errores y regulares desempeños de algunos jugadores; pero es innegable que la selección colombiana tiene estilo, personalidad y profesionalismo. En momentos actuales es inevitable contrastar ese ‘intangible’ de unidad que genera el onceno con las dificultades en la construcción de un ‘acuerdo nacional’.

Otro análisis distinto despierta una serie de negativos incidentes fuera de la cancha que no opacaron el brillo del seleccionado nacional, pero sí sirvieron de recordatorio a ciertas actitudes que no sorprenden. Los disturbios desatados al ingreso del estadio, protagonizados por asistentes, buena parte de nacionalidad colombiana, que intentaron entrar sin su boleta, crearon imágenes lamentables. Esa ‘cultura del atajo’ y la tendencia a incumplir normas y reglas quedaron en evidencia -así sea que también se hayan presentado en otros eventos y latitudes-. El vergonzoso arresto del presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Ramón Jesurún, y su hijo por agredir a un oficial, se inserta dentro de esas situaciones de choque con las autoridades y los protocolos.

Más allá de esos eventos extra-futbolísticos, el subcampeonato de la Selección Colombia en la Copa América constituye un ejemplo de un proceso deportivo bien liderado, símbolo de unidad y profesionalismo, y, lo más importante, que augura éxitos y alegrías.

FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
​framir@portafolio.co
​X: @pachomiranda

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