Si bien el arranque de este año estuvo caracterizado por el cuarto pico de contagios jalonado por la variante ómicron, continuó no solo abierta la economía y los sectores productivos sino también el proceso de regreso a las actividades presenciales. El Gobierno no reeditó las restricciones, abrió por fin las escuelas y los colegios, siguió empujando la vacunación e incluso flexibilizó medidas sanitarias como el uso del tapabocas.
Aunque el país empezó desde el año pasado, en medio de la reactivación, la apertura de los sectores económicos como el turismo, el entretenimiento, el transporte público, los restaurantes y el comercio, ha sido en este 2022 que la ‘nueva normalidad’ se respira en las calles de las ciudades. Solo es necesario dar un vistazo a fábricas, oficinas, calles, buses, aviones, destinos turísticos, playas, salas de cine, bares y discotecas, centros comerciales, despachos públicos, aulas de clase, conciertos masivos, entre otros, para ratificar que la presencialidad ya es un hecho.
Esta es una buena noticia que va de la mano de la recuperación reciente de cientos de miles de puestos de trabajo y de la dinámica de crecimiento de las actividades productivas. Aunque la percepción de confianza comercial y del consumidor esté golpeada en los últimos meses por la inflación y la incertidumbre electoral, se respira en la economía nacional la sumatoria de las decisiones de empresas de todos los tamaños y de ciudadanos de retornar, en mayor o menor grado, a sus actividades.
De hecho, la más reciente medición de la encuesta Pulso Empresarial del Dane confirma la reducción de las compañías que reportan el uso del trabajo en casa. En el caso de las industrias manufactureras, entre enero de 2021 y el mismo período del año cayeron en 11 puntos porcentuales las empresas con esa modalidad, mientras tanto las reducciones en comercio y servicios fueron de 9,2% y del 13,4%. Esta es una tendencia inevitable ya que no todos los negocios pueden desarrollarse con éxito con el personal laborando desde casa.
Los frentes del regreso a la presencialidad son múltiples y afectan más allá de las modalidades laborales. Por ejemplo, abre la oportunidad de recuperación de los llamados sectores ‘últimos en abrir’ como entretenimiento y gastronomía, muy golpeados por las medidas restrictivas y listos para mantener la dinámica del consumo privado. Por otro lado, la vacunación gana preponderancia en el diseño de esta ‘nueva normalidad’ presencial ya que su certificación actualizada se convierte en el ‘pasaporte’ sanitario para poder tanto trabajar como consumir en las nuevas condiciones.
Además, las distintas reglamentaciones y normas sobre estas nuevas opciones laborales, a cargo del Ministerio del Trabajo, elevan asimismo su urgencia de implementación y apropiación por empresas y trabajadores. La mayoría de las compañías en el país llevan en los últimos meses ultimando detalles y definiendo esquemas de retorno a las oficinas con modelos híbridos y otras alternativas de trabajo en casa.
Cada negocio determinará los grados de hibridación, dependiendo del tipo de actividad. No obstante, la pandemia introdujo a la fuerza y masivamente estos formatos que ya entraron al abanico de opciones de los trabajadores colombianos. El retorno a la presencialidad constituye un reflejo tanto de la ‘nueva normalidad’ como de la permanencia de los cambios que trajeron los confinamientos. Y, de cierta manera, reflejará qué tanto las empresas, los ciudadanos y los consumidores aprendieron ciertas lecciones de esta crisis sobre cómo ser más productivo y más flexible.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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