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Francisco Miranda Hamburger
Editorial

Una semana de cuidado

No se puede negar que la temporada vacacional trae un alto riesgo que debe contrarrestarse con medidas de protección. 

Francisco Miranda Hamburger
Director de Portafolio
POR:
Francisco Miranda Hamburger

Colombia vive una Semana Santa bajo las recientes restricciones locales por la lucha contra la covid-19, la amenaza de un eventual tercer pico de contagios posterior a las vacaciones, una economía aún en reactivación y un plan nacional de vacunación en proceso.

De acuerdo a las cifras oficiales del Ministerio de Salud, el país entró a la segunda Semana Mayor bajo pandemia con una tendencia creciente en el número diario de nuevos casos y de casos activos.

En materia de inmunización, el Gobierno Nacional hace esfuerzos para apretar el ritmo de las dosis diarias aplicadas. La nueva meta, anunciada por el presidente Iván Duque, es llegar a las 3 millones de dosis para el 17 de abril.

Esto implica duplicar el promedio de 43.000 diarios en unas tres semanas.

Fue precisamente el aumento de casos el que motivó a varios mandatarios regionales a tomar medidas para la Semana Santa aún más restrictivas que las dispuestas por el Gobierno Nacional. A los toques de queda nocturnos se suman en distintos departamentos y capitales prohibiciones a las procesiones y otros actos religiosos, ‘picos y cédula’, cierres de playas, ley seca, restricciones de movilidad e incluso algunos confinamientos especiales.

En otras palabras, a pesar de que la economía no está cerrada y el turismo se ha promovido para estas festividades, el ambiente es tan cauteloso que las expectativas de los sectores turísticos y comerciales son hoy bajas.

Si bien las autoridades nacionales de transporte esperan más de 642.000 pasajeros aéreos y 2,3 millones de pasajeros por las terminales terrestres, una reciente encuesta de Fenalco muestra que el 73 por ciento de los colombianos se quedará en casa en la Semana Santa. Las razones no se reducen al miedo al contagio y las restricciones locales sino que incluyen la falta de dinero para gastar.

Este ambiente de cautela no es gratuito. Aún están frescos en la memoria los estragos en materia epidemiológica que generó la pasada temporada de vacaciones. Las aglomeraciones, las reuniones familiares y la falta de protección durante las fiestas navideñas y de fin de año aceleraron el tránsito hacia el segundo pico de contagios.

Es justo decir que la apertura de las zonas turísticas, los viajes de descanso o las actividades en centros comerciales y otros establecimientos no genera por sí sola una disparada de los casos de coronavirus. Se trata del riesgo y la exposición que causa el incumplimiento de medidas de protección como el distanciamiento social, el uso del tapabocas y el lavado de manos.

Si bien Colombia no estaría inexorablemente condenada a un tercer pico de contagios inmediatamente después de Semana Santa, es innegable que los días festivos traen un altísimo riesgo y que el país entró a esta temporada vacacional con los casos al alza en muchas regiones.

Aún no es claro cuál de las dos tendencias marcará el balance tanto económico como sanitario de esta segunda Semana Santa bajo covid: el temor, la cautela y las restricciones ante los riesgos de las vacaciones o el deseo de muchos colombianos de tomarse unos pocos días de descanso en medio de esta crítica situación.

Otro aspecto es qué tan eficaz es el paquete de medidas restrictivas locales en términos del equilibrio entre su capacidad de reducir los contagios y el golpe al comercio y al sector turístico. Por ejemplo, la canciller alemana Angela Merkel reversó su decisión de cerrar nuevamente su país por ese cálculo costo-beneficio.

Tanto a los colombianos que viajaron como los que se quedaron en casa el mensaje es el mismo: cuidado.

Francisco Miranda Hamburger
framir@portafolio.co
Twitter: @pachomiranda 

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