La Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo) es uno de los eventos masivos más queridos y característicos de la capital de la República. Por mucho se consolidó no sólo como el punto de encuentro para hablar de literatura, cultura y una diversidad de temas sino también como un plan preferido por los bogotanos.
Tras la ausencia forzada por la pandemia del coronavirus, la Feria regresó esta semana de manera presencial y con la expectativa de recibir a más de 600 mil asistentes, un número mayor a los registrados en 2019. Más de 1.600 eventos, entre talleres, charlas y firmas de libros, con Corea del Sur como país ‘invitado de honor’ son el atractivo para enmarcar el retorno de una de las citas más tradicionales del año en Bogotá.
Más allá de la presencialidad y el ánimo de cientos de miles de capitalinos de aprovechar ese regreso a la ‘normalidad’, el sector de los libros no se salva de las dificultades que aquejan actualmente a la economía. La inflación, así como la subida en las materias primas como el papel y las disrupciones logísticas, golpean asimismo a los distribuidores y libreros con alzas de entre 10 y 20 por ciento en el precio final. A lo anterior se añade la importación de muchos libros desde países con mayor pulso editorial como España y México a una tasa de cambio poco favorable.
Es justo reconocer que, en simultánea con los choques, la pandemia, y en especial los confinamientos, incentivaron el surgimiento y consolidación de canales digitales de venta para libreros y librerías. La ‘nueva normalidad’ y la presencialidad implica un reto para el sector de repuntar las ventas presenciales- incluyendo la Feria -sin abandonar esta irrupción en el comercio electrónico-. Por ahora, queda disfrutar el retorno de la Feria, una tradición capitalina.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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