Tras una serie de graves escándalos y la renuncia de decenas de miembros de su gobierno, el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, renunció ayer a su cargo. El líder del partido Conservador había asumido el número 10 de Downing Street hace casi tres años tras el fracaso del plan de Brexit de la entonces primera ministra, Theresa May.
En solo seis meses Johnson lideró a los ‘tories’- como se llaman los conservadores británicos- a la mayor victoria electoral desde los tiempos de Margaret Thatcher. La carrera política de Johnson ha estado caracterizada por las apuestas audaces, la deshonestidad y las mentiras al electorado. Dentro de las primeras se cuentan, por ejemplo, su decisión de abandonar el gobierno pro-europeo de David Cameron para apoyar el Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea. De hecho, fue ese compromiso con la implementación de una política de Brexit el que llevó a Johnson a la jefatura del gobierno, como al triunfo en las urnas de diciembre de 2019.
Dentro de las segundas -donde mentiras flagrantes fueron protagonistas- se cuentan tres recientes escándalos que terminaron por hundir su primera magistratura. Uno, las fiestas que se presentaron dentro de la propia sede de gobierno en medio de los confinamientos por covid. El segundo, el intento de rescatar la carrera de un parlamentario envuelto en corrupción y el tercero el haber promovido a otro parlamentario a pesar de acusaciones sexuales en su contra. Johnson deja el gobierno en medio de una compleja situación económica.
Con la más alta inflación del G7 -9,1% en mayo- y un crecimiento deprimido, los hogares británicos no solo están más empobrecidos, sino que enfrentan duras alzas en la energía y en impuestos. La agenda inmediata en Londres es económica.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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