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05 jul 2019 - 8:20 p. m.

Futbolistas femeninas por fin capturan la atención de todo el mundo

Francia y EE. UU. atraen multitudes tan grandes como las selecciones masculinas.

Alex Morgan

Mañana se disputará la final del torneo mundial entre Estados Unidos y Países Bajos, y los focos estarán pendientes de la estrella, Alex Morgan.

AFP

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05 jul 2019 - 8:20 p. m.

Hace diez años, el equipo de fútbol femenino de Francia buscó atención posando desnudo para un calendario con el lema: “¿Se necesita esto para que vengas a vernos jugar?”. Hace dos semanas, ‘Les Bleues’ vencieron a Brasil, un partido que vieron 10,6 millones de espectadores en el país.

Esto representó un récord nacional para un partido de fútbol femenino, y superó el promedio de los partidos de primera ronda del equipo masculino en el Mundial. También fue la mayor audiencia de televisión del país para cualquier programa durante 2019.

Esta Copa Mundial representa un nuevo punto máximo del interés global por el fútbol femenino, señaló el historiador deportivo David Goldblatt. El objetivo es aprovechar ese interés para atraer a jugadoras, emisoras y patrocinadores. El torneo ha demostrado que actualmente existe una pequeña élite de naciones de fútbol femenino, principalmente EE. UU. y los países de Europa occidental. Otras regiones, donde este ha sido desatendido, no pueden competir: Tailandia perdió 13-0 con EE. UU., mientras que el mundo árabe y Europa del Este no contaban con participantes.

(Lea: Federación le da duro golpe a la Liga femenina profesional) 

Francia, EE. UU. y los Países Bajos atraen a multitudes de tamaño similar a las de las selecciones nacionales masculinas, pero de diferente carácter: hay más familias, mujeres y niñas, y un ambiente más amigable, con muy pocos gritos y silbidos en contra de los equipos contrarios.

Aunque los partidos entre equipos más pequeños no han llenado los estadios, en las ciudades anfitrionas, los organizadores se sienten complacidos de haber vendido más de 1 millón de boletos por encuentro.

Por encima de todo, sin embargo, éste ha sido un evento televisivo. Numerosos países han batido récords de audiencia de fútbol femenino. El partido Inglaterra-Escocia atrajo a 6,1 millones de británicos, mientras que el de Brasil-Italia fue visto por 7,3 millones en Italia, y el de Francia-Brasil alcanzó los 35,2 millones de espectadores en Brasil, la mayor de la historia para un juego femenino.

(Lea: Gobierno se compromete a igualar los salarios de las futbolistas

La mayoría de los presentadores se están tomando el deporte en serio, y numerosas comentaristas proporcionan análisis informados. El sexismo ha surgido sólo intermitentemente. Después de que el personaje televisivo francés Michel Izard se burló de las jugadoras, una negativa reacción lo obligó a retractarse. Los periódicos franceses han invertido la tradición al publicar artículos sobre los novios de las ‘Bleues’.

El torneo ha sido influenciado por el movimiento #MeToo, comentó Brenda Elsey, una historiadora de la Universidad de Hofstra y coautora de ‘Futbolera: A History of Women and Sports in Latin America’.

El equipo estadounidense está luchando por la igualdad salarial con los hombres, mientras que los equipos como el de Argentina están peleando para recibir cualquier paga.

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Las federaciones nacionales están bajo presión para recaudar fondos para el fútbol femenino. La federación de España dijo que estaba asignando más de €20 millones para la próxima temporada. Todos los importantes juegos de la división femenina española serán transmitidos en vivo.

La industria del fútbol ve la oportunidad de expandir su, hasta ahora, pequeño mercado femenino. La oportunidad es más clara en Europa occidental, donde el ya desarrollado juego masculino genera suficientes ingresos como para invertir en el femenino.

El Real Madrid, el gigante del fútbol español, decidió seguir el ejemplo de sus rivales del Barcelona lanzando un equipo femenino. El equipo de mujeres del Manchester City ha ganado visibilidad al compartir un canal de medios sociales con su equivalente masculino.

Actualmente los clubes franceses de aficionados están anticipando que una gran cantidad de chicas se incorporarán. Cuando comenzó la Copa Mundial, la federación francesa tenía alrededor de 180.000 mujeres miembros. Eso representaba más del doble de la cantidad de 2011, pero aún por debajo del 10% del total de miembros.

Hasta la fecha se cree que la membresía femenina ha superado las 200.000, el objetivo para 2020. La Unión Europea de Asociaciones de Fútbol - conocida como UEFA, planea duplicar el número de jugadoras a 2,5 millones para 2024.

En otras regiones, las ambiciones son más modestas. Después de la eliminación de Nigeria, las jugadoras organizaron una sentada en su hotel para que se les pagara. Cuando las jugadoras de Argentina empataron su juego de apertura 0-0 con Japón, alzaron sus brazos en señal de triunfo.

Estas mujeres, apoyadas por el movimiento feminista del país, habían luchado durante años incluso para recibir un pago de US$8,50 por día como subsidio de entrenamiento. En una ocasión, ellas tuvieron que viajar a un juego en Uruguay en un autobús, temprano en la mañana, porque la federación no les iba a pagar la estadía en un hotel, informó Elsey.

Los equipos nacionales de Chile y de Argentina ocasionalmente desaparecen entre torneos, ya que los fondos de las federaciones se agotan por completo. Es poco probable que eso suceda después de esta Copa Mundial. La federación argentina anunció el mes pasado la profesionalización de su liga femenina. Los 16 clubes deben firmar al menos ocho contratos profesionales con jugadoras, aunque la mayoría de los salarios serán de unos pocos cientos de dólares al mes.

La centrocampista holandesa Lieke Martens, seleccionada como la jugadora del año en 2017, ha dicho: “El fútbol femenino es importante ahora, y yo estoy feliz de experimentarlo, pero la generación anterior a la mía no pudo hacerlo. Ellas construyeron lo que tenemos actualmente. Nosotras estamos construyendo más y no se detendrá aquí. No me atrevo a decir si alguna vez se igualará con los hombres”.

Simon Kuper

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