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26 ago 2024 - 1:30 p. m.

¿Por qué el hambre nos pone de mal humor? La explicación científica

Conozca todas las reacciones fisiológicas del cuerpo cuando se quiere alimentar. ¿Por qué se libera adrenalina cuando tenemos hambre?

Mal humor y hambre

Mal humor y hambre

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26 ago 2024 - 1:30 p. m.
erik gómez

Alimentarse es clave para el buen (o mal) humor de las personas. Son muchos los que se desesperan por almorzar cuando tuvieron un día de mala racha o los que se enojan cuando no pueden cumplir un antojo. Finalmente, los expertos dieron con las razones detrás del binomio hambre-mal humor.

De acuerdo con Liliya Kazantseva, investigadora científica del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (España), la razón de este torbellino de emociones es nada más ni nada menos que el azúcar –concretamente, la glucosa– que circula en la sangre. "En el momento en que sus niveles bajan, se desencadena en nuestro cuerpo una serie de respuestas para recuperarlos", señaló la experta en el sitio The Conversation.

Es que, como ya se conoce, la glucosa es la principal fuente de energía para las células, que componen todos los órganos. Y ¿dónde se procesan todas las reacciones fisiológicas y psicológicas del ser humano? En el cerebro, el cual depende casi exclusivamente de su aporte. 

"Si el cerebro no recibe suficiente glucosa, lo percibimos sintiéndonos débiles, irritables, mareados y con dificultad para concentrarnos. En casos extremos, cuando el abastecimiento de azúcar escasea por tiempos muy prolongados, podemos entrar en estado de coma", indicó Kazantseva.

(Lea más: Estos son los efectos que tiene en su cuerpo tomar gaseosa)

Las funciones del cortisol y la adrenalina en el hambre

Comer

Comer

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La investigadora Kazantseva explicó que la cascada fisiológica del hambre están fundadas en el cortisol y la adrenalina, las dos ya bien conocidas hormonas del "estrés" y de la "alerta", respectivamente. 

Por un lado, cuando uno está hambriento, se liberan distintas hormonas. Una de ellas es la grelina, producida y liberada a la circulación desde las células del estómago, que estimula el apetito. Pero al desconocer las causas de por qué no se está comiendo, la grelina estimula de manera indirecta la producción del cortisol, generado por las glándulas suprarrenales.

"Para aumentar los niveles de azúcar, el cortisol promueve un proceso conocido como gluconeogénesis. Este se basa en la producción de glucosa a partir de la descomposición de ácidos grasos y proteínas almacenados en el hígado. Así se logra un rápido aporte de energía a nuestro cuerpo", comentó la especialista.

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En tanto, la  presencia de cortisol en la sangre durante estados de hambre afecta el funcionamiento del cerebro, actuando como una especie de titiritero.

Durante los estados de hambre, tanto la adrenalina como el cortisol afectan conjuntamente a nuestro ánimo, haciendo que estemos más enojados o irritados.

"Se cree que existe una explicación evolutiva: para poder sobrevivir la escasez de alimentos –y, por ende, competir con los rivales por esos recursos– ser agresivo resultaría ventajoso cuando los humanos eran cazadores-recolectores", concluyó la científica.

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