Mumbai, la vibrante capital financiera de la India, es una metrópoli donde la modernidad se entrelaza con la tradición. La ciudad alberga una mezcla ecléctica de culturas, idiomas y estilos de vida. Desde los rascacielos que adornan su horizonte hasta los bulliciosos mercados de calles como Colaba y Dharavi, Mumbai ofrece un contraste fascinante entre el lujo y la vida cotidiana.
Es hogar de la famosa industria cinematográfica de Bollywood, donde se producen miles de películas al año. Además, sus playas, como Juhu y Marine Drive, brindan un respiro en medio del bullicio urbano. En medio de sus calles se desarrolló una historia que ahora es famosa, y no es una ficción de Bollywood: Jain, un hombre que ha logrado tener una gran fortuna mientras pide limosna.
Su apariencia engaña a cualquiera: usa ropa sucia y harapienta, su piel parece estar descuidada, y su cabello es una maraña. La estación Chhatrapati Shivaji Maharaj Terminus es una de sus favoritas para pedir dinero. Se sienta en el suelo cuando, en realidad, es uno de los hombres que más ingresos recibe en la India.
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Según informes locales, Jain acumula más de 2,500 rupias al día, lo que equivale a aproximadamente 30 dólares. Este monto es considerablemente superior al salario promedio de los habitantes de la India, que ronda los 2 dólares diarios.
Además, ha invertido en bienes raíces: es dueño de un apartamento de tres habitaciones en una de las zonas de Mumbai y posee dos locales comerciales que alquila, generando aproximadamente 365 dólares mensuales sólo con el alquiler de los locales.
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A pesar de su situación económica favorable, Jain aún pide limosna, porque dice que es el mundo que conoce y se siente cómodo allí.
Sin embargo, no es algo que le inculque a sus hijos. Al contrario, los ha llenado de fuerza para salir adelante, los ha criado para que entiendan el valor del trabajo y, además, les ha recalcado que no quiere que sigan sus pasos.
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La historia de Jain se ha convertido en un hito debido a la realidad que refleja: los contrastes en Mumbai, las diferentes realidades financieras y, además, la dualidad que enfrentan las historias de vida en la ciudad. Jain reúne dos realidades en sí mismo, algo que parece imposible e ilógico: la pobreza y la riqueza.
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