El sector floricultor colombiano, que representa una de las economías agrícolas más importantes para el país, espera cerrar el año con un crecimiento entre el 5% y el 10%. Además, de cara a la COP16 que se celebrará este mes en Cali, el renglón cuenta con diferentes programas con los que busca proteger la biodiversidad del país.
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En conversación con Augusto Solano, presidente de Asocolflores, se habló sobre los retos que tiene el sector, como el aumento de los costos laborales, pero también el déficit en la mano de obra. Esperan más acercamiento con la cartera de Agricultura.
En términos de producción, ¿cómo van?
Esa es la parte positiva. Los mercados han estado bien, principalmente Estados Unidos. Llegamos a 100 países, pero el 80% va para ese mercado. En este momento estamos creciendo a un 10% sobre el año pasado y vamos a terminar entre un 5% y un 10%, que nos parece que es un buen resultado, dadas todas las circunstancias que hay.
Ha ayudado la logística, porque este sector depende del transporte aéreo principalmente y algo del marítimo que representa un 8%. Es una logística exigente, sincronizada y esas dos cosas han funcionado bien. Lo problemático es el transporte terrestre hacia los puertos, pero nos ha ido mejor que otros sectores, que dependen más del mercado nacional.
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¿Cómo ha sido el comportamiento de los cultivos con la variabilidad climática?
Todos los temas relacionados con agua nos afectan, por eso hacemos un uso muy racional y almacenamos el recurso para momentos de escasez. Tenemos en primera opción la recolección de lluvias, y como alternativa contamos con la subterránea en pozos que están debidamente aprobados por la CAR.
Tenemos invernaderos que nos protegen de las lluvias, pero lo que pasa con este cambio climático y los extremos de sequía o de exceso de lluvias, es que se exacerban las plagas y las enfermedades. Ese es uno de los problemas que nos está generando más costos, porque para combatir hay que invertir, realizar gastos y estamos tratando de que eso no se haga con tantos agroquímicos, sino con biocontroladores.
¿Qué otros retos tienen dentro del sector?
El principal son los costos laborales de cara a una tasa de cambio que ha estado revaluada y que apenas se está recuperando. A principio de año, sufrimos una revaluación del 20%, que hace que todos los ingresos caigan porque las ventas son en dólares.
Para nosotros estos costos laborales representan un poco más del 50% del total. En el 2022 fue del 10%, el año pasado del 16% y ahora está por el 12%. Eso ha llevado a un incremento de cerca del 40%, generando una gran presión.
El otro tema ha sido la escasez de mano de obra. En las temporadas como de San Valentín y Día de la Madre, donde la producción aumenta y se concentra, requerimos 20.000 o 30.000 personas más para trabajar y se ha vuelto muy difícil conseguirlas. A pesar de que son empleos formales con todas las garantías, hay muchos factores que inciden, uno de esos son los subsidios.
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Cultivo de flores
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¿Por qué afectan los subsidios?
La persona que recibe subsidios y consigue un empleo formal, inmediatamente aparece registrado y pierde el subsidio. La gente prefiere recibir ese recurso y no trabajar. Ese es un esquema perverso. Creo que no está cumpliendo su finalidad y al igual que la reforma laboral, no crea empleo y no combate la informalidad. Por ese camino vamos mal porque la competitividad del sector se complica mucho.
¿Cómo están los costos de la logística?
Baratos no han estado, pero ya se normalizó lo que vivimos en pandemia. El hecho de tener la alternativa marítima es bueno porque cuando se sube mucho el aéreo, la gente escoge más el marítimo, que exige una logística distinta, pero es una alternativa.
Uno de los principales problemas de un producto como las flores que se exportan, es el transporte aéreo por la huella de carbón. Pero la noticia buena es que ya se desarrolló y está creciendo el SAF, que es el Sustainable Aviation Fuel. Eso nos va a ayudar a mitigar y hay varias aerolíneas que están comprometidas con el uso de este combustible, como KLM, Latam y muy seguramente otras vendrán.
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De cara a la COP16, ¿cómo el sector floricultor está apoyando?
Esta COP, indudablemente, es una gran oportunidad para que el país se muestre y para Asocolflores también, porque hemos venido trabajando hace mucho tiempo en los temas de sostenibilidad. Por un lado, somos fundadores del Cecodes, que es el Consejo Empresarial para el Desarrollo Sostenible. Otra muestra es nuestro programa Flor Verde, que hoy en día es una certificación de tercera parte. Hace parte de la canasta de sellos aprobados por el Floriculture Sustainability Initiative, que tiene sede en Holanda.
Al ser la COP de la biodiversidad trabajamos en el tema de las aves que habitan en nuestros cultivos. Hace 14 años nosotros vimos que los humedales en la Sabana de Bogotá se estaban acabando e hicimos un estudio con la Asociación Bogotana de Ornitología para ver cuál era la situación. Encontramos que algunas especies, una de ellas la tingua moteada, estaba en una situación crítica de extinción.
Ese esfuerzo que estábamos haciendo en recolectar aguas lluvias, los trasladamos a tener estos reservorios limpios, que no estuvieran contaminados y tuvieran alrededor una vegetación con especies nativas diversas y encontramos que la situación ha cambiado.
Esto muestra que la floricultura, a través de las iniciativas de Asocolflores, está contribuyendo a la meta 10 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el sentido de que el sector privado y la actividad empresarial contribuyen en estos temas de la biodiversidad.
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Tingua moteada
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¿Qué abordan en Flor Verde?
Es un programa que tiene 14 capítulos que cubren desde el manejo de agua, de residuos, el uso de agroquímicos, temas sociales, y ya estamos para sacar la octava versión de ese estándar. Actualmente cerca de la mitad de la floricultura está certificada con ese sello que es sumamente exigente.
Trabajamos muchos temas relacionados con el agua. La recirculamos, la recolectamos, la filtramos y la volvemos a utilizar. Y de unos años para acá, lo más importante ha sido la recolección de aguas lluvias. Eso también exige inversiones importantes, porque hay que capturar ese recurso y almacenarlo en grandes reservorios, que por lo general están forrados en geotextiles para que no se filtre.
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¿Estas certificaciones están en línea con el Pacto Verde Europeo?
Indudablemente y lo hemos trabajado especialmente a través del FSI, Floriculture Sustainability Initiative, que busca establecer las condiciones para que las distintas certificaciones cumplan con todo eso. Uno de los temas importantes del Pacto Verde es la huella ambiental, ya no es solo la huella de carbono, que la hemos venido midiendo hace muchos años. Y la metodología para eso se desarrolló en conjunto con la Universidad de Wageningen, que es una universidad holandesa que ha trabajado mucho en floricultura.
Es muy probable que el Pacto se vuelva ley, y los mismos compradores de flores en Europa van a exigir que un sello como Flor Verde cumpla y que tenga esa garantía.
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Reservorio de agua
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¿Cómo ve el crecimiento del PIB del agro? ¿Se han acercado al Gobierno?
Hemos tenido muchos cambios. La cartera con la que tenemos relación es agricultura, pero ya vamos para la tercera ministra y el contacto ha sido muy corto. Estuvimos en la gremiatón que organiza la SAC, donde tratamos de contarle todo en ese tiempo corto, que no es fácil. Creo que la ministra está conociendo un poquito más del sector, pero falta mucho. Esperamos poder reunirnos con ella y su equipo para contarle de la floricultura y lo que ofrece, los retos que tenemos y a ver si nos dan apoyo.
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¿Qué programas tienen para los pequeños productores?
Esta floricultura de exportación, para atender mercados, exigen unidades productivas de mucha capacidad. No hemos descuidado la pequeña floricultura que está ubicada, por un lado, en el eje cafetero, donde se producen tropicales y follajes, y en algunas zonas de Cundinamarca, como Cachipay, donde se produce follaje.
Desde hace unos años en Piendamó, Cauca, tenemos un programa con campesinos que tienen 2.000 metros cuadrados, para enseñarles buenas prácticas agrícolas, sostenibles y ayudarles en la comercialización.
