Con el cambio de tendencias en el mercado financiero, uno de los obstáculos que enfrentan las autoridades y empresas que hacen parte de este sector a la hora de garantizar la inclusión de toda la población, es la falta de oportunidades y riesgos que rondan a los adultos mayores, quienes todavía no se adaptan a las herramientas y canales que se han creado y en muchos casos prefieren hacer las cosas a la antigua.
Si bien la inclusión de la tecnología a este renglón de la economía buscaba hacer más fácil el acceso de los ciudadanos y garantizar una atención más ágil, eficaz y eficiente; hay conceptos y herramientas que no se están asimilando como debieran entre las personas de edad avanzada, principalmente en aspectos como la seguridad y manejo de equipos móviles y dispositivos digitales.
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A esto hay que sumarle que la proporción de personas mayores aumenta en el mundo y de una manera acelerada y por ejemplo en Colombia, hace tres décadas representaba el 7% de la población y hoy es el doble (14%). Así mismo, según la Cepal, en 50 años América Latina y el Caribe envejecieron a un nivel similar al experimentado por Europa en 200 años, con lo cual queda claro que no es un reto menor.
Cinco desafíos
Recientemente se conoció un informe de Asobancaria y la Fundación Saldarriaga Concha, en el que se identificaron cinco frentes en los que se debe trabajar con celeridad si se quiere garantizar que la digitalización del mercado financiero no derive en la exclusión de aquellos ciudadanos que por años aportaron al desarrollo de la economía y por el contrario, se aproveche todo lo que pueden enseñar.
Longevidad
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Soraya Montoya, directora ejecutiva de la Fundación Saldarriaga Concha, aseguró que todo puede comenzar por el concepto de ‘Silver Economy’ o economía plateada, que abarca un amplio espectro de productos y servicios orientados a mejorar la calidad de vida de las personas mayores, quienes tienen el potencial de generar innovación y desarrollo en áreas como la tecnología, la salud, el turismo, la vivienda, entre otros, y se pueden convertir en un actor clave dentro del ecosistema económico.
“La magnitud del cambio demográfico y la diversidad de la población mayor no son problemas imposibles de resolver. Al contrario, son una invitación a innovar y crear soluciones que mejoren vidas. Aquí, la inversión no solo ofrece un retorno económico, sino también un impacto social duradero”, apuntó Montoya.
En primer lugar, el análisis se centró en algo que los expertos califican como percepción y "edadismo", es decir que los adultos mayores a menudo son percibidos como incapaces de trabajar o generar ingresos, lo que limita la oferta de productos y servicios financieros diseñados para sus necesidades específicas; cuando la realidad es diferente.
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“Crear experiencias centradas en los usuarios significa tener un entendimiento profundo de sus características. Por ejemplo, habrá quienes prefieran el contacto humano, otros que no gusten de los cajeros automáticos porque olvidan las contraseñas; unos más que sientan que las instrucciones de las plataformas son ilegibles. Para cada tipo de usuario los productos y canales deberían adaptarse”, indicó Soraya Montoya.
En segundo lugar, explicaron que muchas instituciones ofrecen soluciones estandarizadas que no consideran las características particulares de las personas mayores, lo que dificulta su acceso a productos adecuados y que la creciente digitalización en los servicios financieros excluye a muchos adultos mayores que no están familiarizados con las tecnologías digitales, haciéndolos vulnerables al fraude y maltrato financiero.
“Con la colaboración de las entidades financieras y de las personas usuarias comprometidas con seguir construyendo un mundo sin barreras, hemos dedicado cerca de un año a la creación de experiencias integrales con una perspectiva centrada en la diversidad”, agregó al respecto Carlos Ruiz, vicepresidente de Asuntos Corporativos de Asobancaria, quien resaltó que todavía queda camino por recorrer.
Industria fintech (imagen referencial).
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Otro de los aspectos a resaltar, de acuerdo con el informe, las mujeres mayores enfrentan mayores dificultades debido a brechas de educación y empleo, lo que las hace más propensas a la exclusión financiera y a necesitar productos financieros específicos.
“Para atender el asunto del envejecimiento con proactividad y pensamiento sistémico se deberán superar los estigmas, estereotipos y prejuicios que persisten respecto a la población mayor. Cabe señalar el inmenso mar de oportunidades que emergen de atender a dicho segmento”, resaltó Ruiz.
Con esto sobre la mesa, cerraron recordando que las instituciones financieras no siempre entienden las diferencias entre los adultos mayores, y los datos agregados no reflejan sus distintas realidades, dificultando la creación de ofertas específicas y útiles para este grupo; marcando de esta forma otro frente a manejar.
