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Economía

24 may 2019 - 7:15 p. m.

Modelo económico insostenible afecta cultivo mundial del café

Algunos productores no pueden cubrir sus costos, pese a cosechas históricas y precios al alza para los consumidores.

Café

Cafeteros de Perú y Colombia están recurriendo a la coca, dicen los comerciantes. Solo así logran tener un ingreso que les permita disfrutar de una vida digna.

Archivo particular

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Portafolio
24 may 2019 - 7:15 p. m.

“Se están abandonando muchas plantaciones”, dice Sonia Vásquez, una productora de café orgánico en las laderas de San José, en el suroeste de Honduras. “Mucha gente está migrando. Muchos no llegan a fin de mes”.

En los últimos seis años, la Sra. Vásquez, de 46 años, ha sufrido una plaga que ha devastado su cultivo, un hongo del café que ha asolado partes de América Latina. Ahora la caída de los precios globales ha acabado con su negocio; el valor de su cosecha se ha reducido en casi un tercio en el último año, y ha caído muy por debajo del punto de equilibrio.

(¿Situación difícil para el café en el 2019?). 

Sin embargo, éste debería ser un momento de prosperidad para los productores como la Sra. Vásquez que se encuentran en el “cinturón del café”, la región sobre el ecuador entre los Trópicos de Cáncer y Capricornio. Los consumidores beben más café que nunca, desde cafés colados y de sabores hasta infusiones frías. Pero la Sra. Vásquez y otros agricultores desde Perú hasta Papúa Nueva Guinea y desde Etiopía hasta Ecuador tienen muchas dificultades. Los precios de los granos de arábica — la variedad que representa el 60 por ciento del mercado — han caído a su nivel mínimo en casi 14 años de alrededor de 90 centavos por libra en la Bolsa Intercontinental de Mercancías (ICE, por sus siglas en inglés).

El valor de la industria cafetera mundial casi se ha duplicado en la última década hasta los US$90 mil millones, según Euromonitor. A pesar de los temores de que el cambio climático pueda reducir el suministro a mediano y largo plazo, una combinación de cosechas mejores a lo previsto con una mejor eficiencia de los productores y una mayor eficiencia de los mercados de divisas ha conspirado para mantener bajos los precios mayoristas.

Tanto Brasil como Honduras reportaron el año pasado una producción récord de café, mientras que Colombia ha estado produciendo a sus niveles más altos desde la década de 1990. Pero la demanda no se ha mantenido al ritmo y hay un enorme exceso de oferta en el mercado.

“Esto es mucho más que una crisis económica. La gente está abandonando las plantaciones. Están absolutamente desconsolados”,
dice Roberto Vélez, director ejecutivo de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia. “Los consumidores no saben lo que realmente está pasando”.

Los agricultores afectados en Guatemala y Honduras se han unido a las caravanas de migrantes a EE.UU. mientras que algunos en Perú y Colombia están recurriendo a la coca, la planta de la cual se produce la cocaína, dicen los comerciantes. Y aunque a corto plazo puede haber suficiente suministro de granos, el éxodo de los productores de café, especialmente de quienes producen las variedades de mayor calidad, ha generado preocupación entre los compradores sobre la sostenibilidad de los suministros futuros.

(Cafeteros se pasan a otros cultivos por bajos precios del grano). 


“Si la situación continúa, no estoy seguro de dónde estaremos dentro de cinco años”, dice Matt McDonald, gerente de adquisiciones de Cafédirect, un importador de café del Reino Unido cuyos principales proveedores incluyen cooperativas peruanas. “Es un ciclo perjudicial porque los productores no tienen suficiente dinero para el fertilizante que necesitan, por lo que se reduce la calidad y el rendimiento del cultivo. Y empeora cada año”.

Algunas multinacionales ya están tomando medidas para garantizar los suministros brindándoles a los agricultores y cooperativas apoyo técnico y plántulas. En septiembre, Starbucks destinó US$20 millones a pequeños agricultores en El Salvador, Guatemala, México y Nicaragua.

Nestlé, el mayor comprador de café del mundo que invierte aproximadamente 68 millones de francos suizos (US$67 millones) al año en programas de apoyo técnico para agricultores, reconoce que la situación de los precios es insostenible. Pero añade que el asunto de los ingresos de los agricultores está más allá del alcance de cualquier compañía, y que está “comprometida con la Organización Internacional del Café” para intentar encontrar algunas soluciones.

El café se divide en gran medida en robusta, el grano resistente de calidad inferior que se convierte en café instantáneo o se mezcla en los expresos para darles un toque amargo, y el arábica, el grano de sabor suave de mayor calidad. El arábica se clasifica desde calidad superior — los granos cultivados a gran altura y de beneficiado húmedo — hasta calidad inferior, que se cultivan en altitudes más bajas y se secan al sol.

La raíz del problema de los precios es el aumento de la producción de café arábica de baja calidad, dicen los comerciantes, lo cual está arrastrando todo el mercado a la baja. “Hay demasiado café de calidad estándar”, dice Stephen Hurst de Mercanta, un comerciante con sede en el Reino Unido y que se enfoca en el mercado de especialidades.

Este exceso de granos de arábica ha reducido el precio de los futuros de esta variedad — que se comercializa en la ICE y se conoce como el ‘C’ de Nueva York. El café se compra y se vende utilizando el precio de Nueva York como referencia, con calidades superiores se cotizan con prima y las inferiores con un descuento. La referencia actual ha implicado que ni siquiera aquellos productores que reciben una prima alcanzan un precio de equilibrio. El “C” de Nueva York ha promediado alrededor de US$1,20 por libra en los últimos tres años. Pero durante el mismo período, el costo de producir, procesar y transportar los granos ha sido, para algunos productores, más de US$1,50 por libra.

Esto ha llevado a los productores a buscar nuevas formas de valorar su café y eludir el “C” de Nueva York como referencia de la industria. Algunos lidian directamente con otros productores o con cooperativas para negociar un precio basado en sus costos y ganancias.

(Cafeteros se pasan a otros cultivos por bajos precios del grano). 


El Sr. Vélez dice que los productores colombianos están desesperados por distanciarse del mercado de Nueva York, porque no refleja el verdadero valor de los cafés de alta calidad producidos en América Latina. Añade: “¿Por qué tengo que estar atado a un mercado que no funciona”?

Los detractores alegan que la situación se ha agravado por el aumento de las transacciones digitales, donde los algoritmos — algunos de ellos programados para reaccionar ante los pronósticos de la producción brasileña — ejecutan operaciones en previsión de que el mercado suba o baje, lo cual exacerba la volatilidad de los precios.

Al igual que muchos productos agrícolas, el mercado del café es propenso a los ciclos de “auge y caída”, donde los precios altos provocan la plantación de más árboles y una mejor gestión, lo cual da lugar a una mayor producción. En el caso del café, los ciclos se acentúan, pues no es un cultivo anual y una vez que se planta el árbol, seguirá produciendo, aunque los rendimientos y la calidad suelen disminuir. Pero cuando los árboles maduran por primera vez — hasta cuatro años después de plantados — la nueva producción puede afectar los precios. Y esos precios más bajos pueden dar pie a granos de menor calidad y menor producción.

En este entorno Brasil ha llegado a dominar el mercado. No sólo es el mayor productor y exportador de café, representando el 28 por ciento del comercio mundial de café el año pasado, sino que sus productores pueden cultivar sus granos a bajo costo, con un precio de equilibrio de menos de 90 centavos por libra. Muchos de sus cultivadores cosechan de forma mecanizada, ya que la producción en masa permite que los granos se procesen de forma mucho más sencilla en comparación con los de América Central y Colombia.

El país produjo una cifra récord de 62 millones de sacos de 60 kg el año pasado, mientras que la debilidad de la moneda les dio a los productores y exportadores locales mayores rendimientos sobre los granos vendidos en el extranjero. Y aunque se prevé que la producción no varíe este año, podría producir otro gran superávit en 2020. “Otros productores pueden sufrir disminuciones de la producción", dice Carlos Mera, analista sénior de Rabobank. “Pero es poco probable que sea suficiente para compensar el potencial aumento en Brasil”.

Sin embargo, incluso a los agricultores de bajo costo en Brasil, los precios actuales les están comenzando a hacer mella en sus ganancias. José Marcos Magalhães, presidente de Minasul, una gran cooperativa cafetalera en Varginha, en el sur de Minas Gerais, que exporta a 17 países, dice que muchos de sus 8.000 miembros son pequeños productores cuyos márgenes se están reduciendo. “Si continúa este rango de precios, habrá desempleo”, dice.

Lúcio de Araújo Días, director comercial de Cooxupé, la cooperativa regional de Brasil y su mayor exportadora de café, está convencido sobre quién tiene la culpa de la implacable caída de los precios: la especulación financiera. Durante los pasados cinco a seis años, estos agentes financieros han seguido al mayor productor y exportador, Brasil, y desde 2017 han mantenido posiciones cortas récord, apostando por una caída de los precios, en un momento en que los productores no brasileños ya tienen dificultades para cubrir sus costos.

“El mercado financiero global está vendiendo café creyendo que eso va a durar para siempre”, dice el Sr. Araújo Días. “Los fondos se están vendiendo sin cesar, todos los días se venden”.

Desde que se abrió la bolsa de café de Nueva York, ahora parte de la ICE, en la década de 1880, se les ha echado la culpa a los especuladores de manipular los precios. Además de que los compradores y vendedores de café tangible fijan sus precios utilizando futuros, los participantes, como los fondos de cobertura, también hacen apuestas al alza o a la baja de los precios del café.

Sin embargo, el nivel de especulación durante el último año ha planteado dudas por parte de compradores y vendedores — quienes utilizan el índice de referencia para cubrir sus compras y ventas futuras — sobre la eficacia del mercado.

Aunque las historias de los productores a menudo se utilizan para la mercadotecnia de marcas de café individuales, los consumidores desconocen en gran medida la difícil situación actual de los agricultores, y asumen que el aumento del precio que están pagando por su café de la mañana se transfiere — al menos parcialmente — a los productores. Pero de una taza de café diaria de £2.50, el café en sí representa alrededor del 4 por ciento, o alrededor de 10 peniques; los alquileres, la mano de obra y los impuestos representan una parte mucho mayor del costo.

Emiko Terazono, Jude Webber y Andres Schipani

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