El Gobierno de Nueva Zelanda estaría contemplando dar marcha atrás a un plan con el que, a partir del 2025, se le pondría precio a las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del ganado.
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De esta manera, el gobierno neozelandés revertiría el llamado 'Burp tax' (impuesto al eructo), un gravamen que se introdujo en octubre de 2022 con miras a reducir el impacto de las emisiones de metano de las especies rumiantes (vacas, ovejas, cabras, etc.).
En su momento, los agricultores argumentaron que el plan, junto con otras regulaciones sobre emisiones agrícolas, afectaría gravemente a sus medios de vida. El impuesto también generó críticas por la falta de claridad respecto a cómo se mediría la cantidad de emisiones.
De hecho, con esta medida, Nueva Zelanda se convirtió en el primer país en poner impuestos a las flatulencias de los bovinos.
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En ese contexto, el nuevo gobierno ha señalado que se establecería un grupo de trabajo para idear una forma diferente de abordar las emisiones de metano.
"El Gobierno está comprometido a cumplir con las obligaciones en materia de cambio climático sin cerrar las granjas neozelandesas. No tiene sentido enviar empleos y producción al extranjero, mientras los países menos eficientes en carbono producen los alimentos que el mundo necesita", señaló el ministro de Agricultura, Todd McClay, en un comunicado emitido a mediados de junio.
El Ejecutivo también ha señalado que optará por encontrar herramientas prácticas y tecnología para brindar un apoyo a los ganadores en esta materia, sin que esto implique sacrificar la producción ni las exportaciones.
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