El juego ‘antisistema’ que se convirtió en el famoso Monopoly

Cuando se habla de juguetes que marcaron generaciones es casi imposible dejar por fuera de la conversación al Monopoly, el juego de mesa basado en la compraventa de propiedades que durante décadas ha conquistado a las familias.

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Lo que quizás es un dato que suele pasar desapercibido es que en sus inicios este tenía un propósito completamente opuesto al de salir victorioso acumulando riqueza, llegando a ser incluso una crítica al capitalismo.

Pero, ¿cómo un juego que nació para reprochar al sistema le dio un giro completo a su mensaje? Esta es su historia.

Por muchos años la autoría del producto insignia de Hasbro se le atribuyó a Charles Darrow, un ingeniero que perdió su empleo durante la Gran Depresión de 1929 y que vio en la idea del Monopoly su ficha ganadora para hacerse con una fortuna.

Sin embargo, esta versión no es del todo cierta.

La historia de uno de los juguetes más populares del mundo inicia con Elizabeth Magie, una inventora y activista estadounidense que pasaba sus tiempo libres entre la poesía, los cuentos y el diseño de juegos de mesa, muchas veces inspirados en sus creencias políticas.

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Magie era una ferviente seguidora del georgismo, un movimiento anti monopolio basado en las teorías del economista Henry George que promulga que la riqueza obtenida de la naturaleza se debe distribuir de un modo equitativo entre todos.

Estas ideas fueron el punto de partida para la creación de una herramienta pedagógica que ayudaría a entender e impulsar esta ideología, a través de una dinámica que daba a conocer los riesgos del creciente capitalismo. Un juego titulado: ‘The landlord’s game’ o ‘El juego del propietario’.

El diseño inicial ideado por Magie contaba con un sistema de alquileres, impuestos, casillas correspondientes a propiedades y una prisión (algunos aspectos que aún comparte con la versión actual).

El factor diferencial radicaba en que el tablero incluía dos tipos de reglamento: ‘Las reglas de la prosperidad’ y ‘Las reglas del monopolio’.

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El primer conjunto de reglas permitía que cada jugador obtuviera ganancias cuando alguien compraba una nueva propiedad y el juego terminaba cuando quien empezaba con menos fondos duplicaba su riqueza. El segundo, por otro lado, daba por vencedor a quien intentará acaparar la mayor cantidad de bienes durante la partida, dejando a su paso a sus rivales en quiebra.

Contrario a todo pronóstico, ‘El juego del propietario’ se convirtió en un éxito entre los intelectuales de izquierda y los campus universitarios, quienes empezaron a emplearlo como método de enseñanza para mostrar las diferencias de ambos modelos económicos.

Es así como con un concepto que sumaba cada vez más buenas críticas, Elizabeth Magie solicitó la patente por su invención, la cual le fue finalmente otorgada en 1905.

Si bien el juego se extendió más allá del campo educativo, en algún punto del camino la versión que se enfocaba en la acumulación de dinero ganó aún más protagonismo. Dando paso a una serie de versiones autoeditadas del concepto que se fueron distribuyendo por todo Estados Unidos.

De la misma manera, y con el correr de los años, el tablero se fue ajustando conforme pasaba de mano en mano para facilitar la jugabilidad. Por lo que tanto las instrucciones originales como el crédito de la autora se fueron desvaneciendo.

Es en este punto de la historia donde vuelve a introducirse Charles Darrow.

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El ingeniero, que en ese momento no contaba con prospectos de empleo, conoció el juego en su versión monopólica durante una reunión con amigos en 1932. El hombre se enganchó de tal forma que decidió patentar la idea como propia y comercializarla bajo el nombre de Monopoly.

La versión de Darrow cosechó tanta popularidad que llamó la atención de la compañía de juguetes Parker Brothers. Un logró que llevó a que en 1935 la firma comprara los derechos de fabricación y distribución por un valor de $7.000 dólares ($151.648 dólares a 2023).

Sin embargo, tiempo después la empresa descubrió que el juego se trataba de una variación de ‘ El juego del propietario’, por lo que para evitar obstáculos, Parker Brothers llegó a un acuerdo de $500 dólares ($10,832 dólares a 2023) con la autora original por la compra de su patente. Esa fue la única remuneración que Elizabeth Magie recibió con la versión modificada del juego que inventó.

En 1973 el profesor de economía Ralph Anspach decidió darle una vuelta de tuerca al ya consolidado Monopoly, diseñando un juego de mesa que se centraba en acabar con las prácticas monopólicas de una ciudad con el objetivo de adoptar un sistema de libre mercado.

Sin embargo, Parker Brothers no pasó por alto el uso del nombre de su producto estrella en el título, por lo que inició una batalla legal contra Anspach alegando una infracción de marca registrada.

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En medio de las investigaciones para construir su defensa, el académico se topó con las patentes inscritas bajo el nombre de Elizabeth Magie. Lo que dio lugar a que se abriera una indagación sobre los orígenes del juego de mesa.

La resolución de la demanda, que llevó más de una década, concluyó con Anspach ganando el derecho para la producción y distribución de su juego, así como con la confirmación de la autoría de Magie.

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