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Negocios

20 sept 2024 - 3:19 p. m.

Estos son los 7 pecados del líder empresarial, ¿qué hacer en periodos de crisis?

Poder manejar sus emociones, estar más dispuesto a oír y al cambio puede salvarlo de que su empresa quiebre. 

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20 sept 2024 - 3:19 p. m.
paula galeano balaguera

Ser líder en una organización puede ser un desafío constante, pues afrontar los periodos de crisis puede poner a prueba la habilidad y destreza que tiene al mando. Por eso, es importante poder reconocer las oportunidades de mejora y así prepararse para estos escenarios. En línea con lo anterior, es necesario que conozca los siete pecados del líder empresarial de Efrén Martínez, PHD en psicología y presidente de Meaning Group, quien da las herramientas para superarlos.

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El experto en psicología señala a la falta de conocimiento como el primer pecado, indica que aquel líder que no se conoce, usualmente puede culpar a los demás o a las situaciones, por lo que está pasando, por lo que, si se da la oportunidad de conocerse podrá usar sus destrezas para afrontar el obstáculo.

“Aquel que no se conoce le echa la culpa siempre a los demás o a las fuerzas del mercado o a cosas que no están en su control. Pero cuando te conoces sabes cómo poder pivotear el barco, es decir, el rumbo de la compañía”, explicó.

De superar este reto, podrá evitar el segundo pecado, es decir, el mindset imposibilista. Este pecado es pensar de manera pesimista y que todo puede verse imposible o verse nubloso siempre, por eso, una actitud positiva y resolutiva ante los problemas, puede cambiar la manera que los ve.

“El mindset imposibilista es el que tienen aquellos líderes que todavía se están quejando. Y se quejan por A, B o C. Por cosas que no pueden ni siquiera controlar y todo el tiempo están hablando de la crisis. Por ejemplo, la crisis del transporte. ¿Hace cuánto estamos en crisis del transporte? Desde el principio de la historia. La crisis educativa, desde el principio. La crisis de valores, desde el principio. Con esto quiero decir que siempre estamos en crisis. Lo que quiere decir que la crisis no es un problema, sino que es parte del negocio”, indica.

Para poder superar este reto, tendrá que reinventarse y estar a la vanguardia de la demanda del mercado y que su empresa no fracase.

“Esto hace que el empresario esté aferrado a su producto y no al propósito. Y por lo tanto no tiene la posibilidad de moverse y de cambiar nunca”, indicó.

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Ahora bien, el tercer pecado, ligado al anterior, es un problema de egos, o como él lo llama, el pecado de la soberbia. En sus palabras, ‘creerse un sabelotodo’ no le permitirá vislumbrar otras perspectivas del problema, y repeler los cambios solo le hará que su empresa sea obsoleta con el tiempo.

“En medio de la soberbia crees que te las sabes todas. No te miras. Piensas que hay una sola forma de hacer las cosas y que es culpa de los demás que las cosas no pasen”, infiere.

El cuarto pecado es el perfeccionismo. Tener una fijación con este comportamiento puede generar miedos e inseguridades por el fracaso, lo cual podría desencadenar otros comportamientos que no le permitan encontrar soluciones.

“Este comportamiento hace que estés más preocupado por evitar fracasar, errar, en lugar de estar aprendiendo de los errores y de los fracasos para hacer las modificaciones. Pero en el perfeccionismo eres tan rígido que no te puedes mover y entonces continúas dándote contra el mismo muro que te acaba de poner el gobierno, el mundo o el cambio climático, en lugar de voltear a mirar para otro lado y ver la respuesta”, expone.

El quinto es la complacencia. En sus palabras algunos líderes quieren agradarle a todo el mundo y pierden su esencia, accediendo a peticiones o actos que incluso pueden ir en contra de sus principios. “Buscan caerle bien a todo el mundo, decirle que sí a todo el mundo y terminan metidos en problemas muy muy serios”, apunta.

A este va ligado el sexto pecado, que es el ‘sinsentido’, que es sentarse en la cima del logro y no ver más allá de ello, pues suelen pensar que la meta es lo único que importa y no disfrutan del camino que les toma llegar a ese punto.

“Ese sentimiento se produce especialmente cuando estás en la cima y vives la soledad de no tener con quién conversar o compartir cosas. Y a veces se te oscurece el propósito y crees que es el dinero o crees que son los aplausos y te descuidas que el propósito tiene que ver más con lo social y con sumarle al mundo, y que el dinero y los aplausos son un efecto colateral y no el fin en sí mismo”, dice.

Por último, es el séptimo pecado es la vida secreta del líder. Si una persona está dispuesta a poner su rostro como la cara de su empresa deberá poder rendir cuentas a la misma y la sociedad sin temor por los secretos.

“Un líder de alto rendimiento no puede andar en drogas, no puede tener cuatro o cinco novias o novios al tiempo. Si tiene un montón de vida secreta que ocultar y que organizar no tendrá su mente en la verdadera meta”, cierra.

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¿Cómo evitarlos?

Para evitar los periodos de estrés que las situaciones pueden generarle, deberá aprender a manejar sus emociones, además cumplir con tareas muy simples: comer bien, dormir bien, ejercitarse un poco y meditar un poco.

“Si a eso le agregas conocerte y hacerte cargo de tus sensibilidades, el estrés se va a gestionar muy bien. Y cuando hablamos de propósito, implica conectarse a experiencias de valor, a personas, a acciones, a circunstancias, a objetos. Tener una intención noble en la vida que le pueda sumar al mundo, que le pueda aportar a la sociedad. Y si haces esas dos cosas, pues esto va a ser mucho más fácil de llevar en una época compleja”, señala.

Para aquellos que están emprendiendo su negocio, o desean hacerlo, Martínez recomienda ‘enamorarse profundamente del propósito y no de los productos y los servicios’, pues estos pueden cambiar o dejar de existir, pero lo que se busca con ellos, no.


PAULA GALEANO BALAGUERA
Periodista de Portafolio

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