La implementación y desarrollo de la tecnología de medicina nuclear se encuentra en un momento en el que el apoyo se vuelve prioridad. Este reglón de la salud, que se considera de alto costo, sugiere dinámicas más certeras en Colombia para brindar una atención de calidad a las tres enfermedades que abordan: cardiovascular, neurológicas y cáncer.
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Amelia de los Reyes, presidente de la Asociación Colombiana de Medicina Nuclear, aseguró que se necesita de una agencia nuclear para el sostenimiento de este sector. Aclaró que la legislación es segura, pero que hoy se importan tanto los equipos como las materias primas para llevar a cabo esta práctica.
¿Cómo funcionan?
Somos una especialidad médica que está centrada en la atención del paciente y estamos diseñados para medir la función de los órganos. Utilizamos unas dosis que se llaman trazadoras o radiofármacos que nos muestran dónde está la salud o la enfermedad.
Usamos mínimas dosis de radiación para hacer medidas en equipos detectores que tienen alta tecnología. Nos encargamos de las gammagrafías o tomogammagrafías, hacemos la tomografía por emisión de positrones y unas terapias que se llaman radiofármacos o radioterapia metabólica. Ahora existe una plataforma única donde todo lo que se está inventando para ver enfermedades, se llaman biomarcadores.
Hemos logrado con ese nivel de perfección caracterizar las enfermedades con una pequeña dosis de radiación, marcar esa biomolécula y con otra misma tratarla. Eso se llama teranóstica.
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¿Cómo ven el mercado?
Casi toda la industria está girando hacia los radiofármacos y nos estamos volviendo una esperanza para el tratamiento de muchas enfermedades crónicas que están creciendo. Latinoamérica representa solo el 1% del mercado de todos los medicamentos radiactivos del mundo y en Colombia no estamos tan lejos porque hemos trabajado mucho.
Amelia de los Reyes, presidente de la Asociación Colombiana de Medicina Nuclear
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¿Qué necesitan?
Para trabajar necesitamos tener unos servicios de medicina nuclear que en Colombia se consideran como unas instalaciones nucleares.Nos toca sacar una serie de permisos, entre esos uno con el Servicio Geológico Colombiano que nos permita trabajar con materiales radioactivos.
Necesitamos pedirle permiso al Invima para que nos deje manejar materiales radioactivos y a partir de ahí los que se piden para las instituciones de salud, que son la habilitación, por ejemplo, para oncología,que son los procesos normales que hace un hospital. Somos muy protegidos y muy legislados.
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¿Qué los aqueja en materia de regulación?
La legislación está perfecta porque va encaminada a la seguridad, pero como no tenemos una ley nuclear y una agencia nuclear, nos toca recurrir a diferentes oficinas del gobierno que no se comunican entre sí, porque están desarticuladas.
Yo propuse que hubiera una oficina intergobierno donde todas las cosas relacionadas con nosotros estuvieran conectadas. Por ejemplo, la Dian no sabe qué pasa con el Geológico, el Geológico no sabe qué pasa con Minas, el Minas no sabe qué pasa con Salud, etc. En este momento nosotros somos los que estamos sufriendo todo ese golpe de la desarticulación.
Medicina nuclear
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¿Este es un tipo de medicina costosa?
Sí, somos de alto costo. Las enfermedades cardiovasculares, neurológicas y el cáncer, que son las que diagnosticamos y tratamos, son consideradas de alto costo.
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¿Qué tecnologías implementan?
Necesitamos un aparato que se llama tomografía por emisión de positrones. Estos detectan radiación y tienen unos cristales que están hechos de superconductores que son capaces de detectar la desintegración que producimos nosotros con los radiofármacos que tienen casi que velocidades de la luz. Cuestan entre US$1 millón y US$2 millones. Pueden hacer el estudio de todo el cuerpo en aproximadamente 10 minutos. Actualmente, en el país hay entre 27 a 30 y otros que están en proceso de instalación.
¿Dónde están los equipos de tomografía por emisión de positrones?
La mayor parte están en Bogotá, Barranquilla, Medellín y Cali. Hay otros proyectos que a mí me encantaría resaltar porque son pioneros. Hay uno en Pasto, Montería y Valledupar, que apoyan a la región.
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¿Importan este tipo de equipos?
Ese es otro de los retos, porque todos los radionúclidos y las materias primas que empleamos para elaborar los radiofármacos son importadas y se pagan en dólares. También, los aparatos de alta tecnología que usamos para medir radiación son importados, vienen de Estados Unidos y de Europa.
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¿Las inversiones son propias o del Estado?
En el Instituto Nacional de Cancerología dirigí un proyecto donde hubo ayudas de la Agencia de Energía Atómica por US$500.000 y completamos con US$15 millones que dio el Estado. Es un proyecto que puede suplir muchas necesidades, especialmente de Bogotá, y está diseñado para que toda la gente de Colombia pueda ir a ver todas las aplicaciones de medicina nuclear.
El resto son privados, en su mayoría de hospitales. Por ejemplo, el ciclotrón de Medellín es de varios hospitales de Medellín y Cali. También, las clínicas ponen sus servicios de medicina nuclear para atender a los pacientes.
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¿Cuántas unidades de servicio de medicina nuclear hay en Colombia?
En Colombia tenemos 86 que están localizadas en el 60% del territorio, todas en capitales. Estas cuentan con la tecnología que tenemos desde hace 30 años en Colombia, que son las gammacámaras de doble cabezal. Sirven para resolver los problemas de medicina nuclear general.
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¿Han tenido conversaciones con el Gobierno?
Nos están ayudando con una iniciativa que se llama Ley Nuclear, un propósito que muchos senadores están tratando de implementar. Hemos hablado con la Dian y con el Servicio Geológico Colombiano. Con el Invima no hemos podido tener acercamiento pero ahora que tienen director sería el momento.
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¿Les afecta en algo la discusión de la reforma?
Este panorama de incertidumbre disminuye a los inversores, las carteras están muy largas. Si no tengo cómo pagar a mis proveedores, cada vez voy a tener más problemas para pagar la cuota de mi equipo y para poder hacer la atención de pacientes, todo eso va en cadena.
¿Qué otros retos ven?
En este momento tenemos una ley nueva que habla de que tenemos que sentarnos a implementar todo lo relacionado con radiofármacos e investigación en radiofármacos. Nos falta mucha educación porque no solo somos los médicos nucleares, sino también los tecnólogos en medicina nuclear, los químicos farmacéuticos especializados en farmacia nuclear y ninguno de estos dos con educación formal en Colombia. Somos un grupo multidisciplinario muy grande que trabaja para sacar adelante esta especialidad.
En el mundo la medicina nuclear está creciendo y el mercado de los radiofármacos es gigante, y tenemos que organizar la casa para que no nos cojan desprevenidos. Hay cada vez más enfermedades crónicas, y desarrollo en investigación, es que es una cosa que va enlazada.
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