Colombia es un país hecho de futuro, basado en la capacidad de su gente para reinventarse ante las adversidades. Como extranjero, tras varios años acá, admiro y respeto la valentía, curiosidad y resiliencia de los colombianos.
Cabe recordar que Latinoamérica cuenta con enormes posibilidades de crecimiento, pero enfrenta complejidades y contradicciones sociales, políticas y económicas que dificultan que avance firmemente hacia el desarrollo sostenible. En Itaú, con más de 100 años de historia acompañando a millones de personas y empresas, conocemos bien esta realidad. Colombia no es ajena a estas turbulencias, pero cuenta con un elemento clave: una institucionalidad sólida y una democracia con larga tradición. Cuenta con sistema de pesos y contrapesos y una clara separación de poderes que ha sido fundamental en la búsqueda de consensos entre diversos sectores.
El Banco de la República es un claro ejemplo de esta solidez institucional. Durante más de un siglo ha trabajado de manera independiente por mantener la inflación controlada, resistiendo exitosamente presiones y convirtiéndose en una de las instituciones más respetadas del sector financiero latinoamericano. A esta fortaleza se suman la de la Superintendencia Financiera y la del Ministerio de Hacienda, así como la de Asobancaria, Asofiduciarias y Asofondos. Actores que con su rigurosidad técnica han sido fundamentales para garantizar la estabilidad del sistema financiero del país.
Al mirar el sector bancario en Colombia, es claro que este ha sido un pilar fundamental del crecimiento económico del país, apoyando la inversión privada y el consumo. Para seguir promoviendo el desarrollo, enfrentamos desafíos como mejorar las fuentes de fondeo y establecer acuerdos de políticas de largo plazo. Desde Itaú, vemos que la solidez institucional ha sido clave para el sistema financiero colombiano.
Esta estabilidad, junto con el potencial económico de Colombia, refuerza nuestra visión de largo plazo en el país. Lo que sigue es que esa solidez se traduzca en mayor competitividad, productividad y un crecimiento económico sostenido, con el objetivo de mejorar el bienestar de los hogares colombianos.
Recientemente, aumentamos nuestra expectativa de crecimiento del PIB de 2024, de 1,6% a 1,8%; y proyectamos 2,4% para 2025. Estas tasas de crecimiento por debajo de nuestro potencial obedecen, principalmente, a un necesario ajuste macroeconómico requerido para bajar la inflación. A medida que se logren consensos que disminuyan la incertidumbre en la política económica, podremos aspirar a un crecimiento más sostenido. Confiamos plenamente en el futuro de Colombia porque sabemos de lo que está hecha. Como dijo Séneca, “hace falta toda una vida para aprender a vivir”.
Ya vivimos una larga vida de 100 años; tenemos claro que la capacidad de reinventarse de los colombianos, junto a la solidez de sus instituciones, del tejido empresarial y del sector financiero, llevarán al país a consolidarse económica y socialmente. Estamos aquí para acompañar a las empresas y a los colombianos en su camino hacia el desarrollo y su máximo potencial.
BARUC SÁEZ
Presidente de Itaú Colombia.
