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Francisco Miranda Hamburger
Editorial

Una senda sostenible

Aunque la economía está en terreno positivo, la reactivación necesita enfocarse en industrias, comercio y vivienda, y despejar la incertidumbre.

Francisco Miranda Hamburger
Director de Portafolio
POR:
Francisco Miranda Hamburger

Los resultados del Índice de Seguimiento a la Economía (ISE), publicados por el Dane el viernes pasado, confirman que la actividad económica en Colombia siguió creciendo en agosto pasado, aunque a un menor ritmo que el registrado en julio. De acuerdo con la organización nacional estadística, el ISE del octavo mes del año marcó un 2,02%en comparación con el mismo período de 2023 y, frente al año corrido, un 1,92%.

El patrón de las actividades económicas siendo jalonadas por el sector agropecuario -y en menor medida por los servicios- se ratificó en agosto. Las actividades primarias -que incluyen agricultura y explotación de minas y canteras- crecieron un 3,52% y las terciarias -que incluyen la administración pública, el comercio, los servicios públicos y el entretenimiento, entre otros- aumentaron un 2,39%. Lo anterior llevó al presidente Gustavo Petro a publicar un trino en la red X celebrando la noticia.

“Las cifras del agro nos muestran el rumbo hacia la nueva economía colombiana, fundamentada en la productividad del campo”. Esta reacción se sincroniza con la reciente narrativa presidencial alrededor no sólo del desempeño económico sino de toda su estrategia de reactivación: en vez de los tradicionales jalonadores como las industrias, los comercios, la vivienda popular e incluso el petróleo, la recuperación de la economía pasa por los hombros del sector agropecuario.

Solo así se puede explicar que, vencido el plazo autoimpuesto, la Casa de Nariño no haya dado a conocer todavía un plan integral de reactivación que, de acuerdo con anuncios públicos, debería girar en torno a unos 35 proyectos estratégicos. El arranque del ‘Pacto por el Crédito’ constituye un primer paso positivo en la dirección de encauzar dinero más barato a sectores como la transición energética, el turismo y la vivienda. Pero podría terminar siendo insuficiente ante la falta de una hoja de ruta específica y concreta para traducir ese flujo de recursos en un crecimiento económico dinámico.

El riesgo de no tener esa senda definida se palpa en esa fotografía del ISE, en especial cuando se mira el desempeño de las actividades secundarias. El sector de las industrias manufactureras y de la construcción registra una caída de 1,39% en agosto, tras haber tenido un pequeño crecimiento en julio. De hecho, según los datos más recientes del Dane, la producción real de la industria descendió 1,8% en agosto y, en lo corrido de este 2024, la reducción va en 2,8%.

La cuestión que surge ante este panorama de las actividades económicas durante este 2024 es qué tan robusta y qué tan sostenible es una recuperación con un agro dinámico, pero con una administración pública cada vez con menos recursos, un comercio apenas entrando en terreno positivo, una industria manufacturera en rojo y una construcción de vivienda difícil de mantener en pie.

A esto se debe añadir un entorno económico donde el Gobierno Nacional no cesa de elevar las incertidumbres y las incógnitas hacia futuro, por vía de costosas reformas en el Congreso, que apuntan a subir los costos laborales, elevar la ya de por sí alta carga de impuestos y deteriorar el atractivo para la necesaria inversión.

La generación de una senda sostenible de reactivación de la economía colombiana -capaz de aprovechar al máximo el descenso en la inflación y la baja en las tasas de interés, así como de proteger el empleo- no puede sobrecargarse sobre el momento del agro o depender del músculo del gasto público. Las industrias, el comercio, la vivienda y el petróleo no pueden quedarse atrás. 

Francisco Miranda Hamburger
Director de Portafolio

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