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Carlos Tellez

Poner la casa en orden

¿Por qué esta invitación, quizás contraintuitiva, a hablar un poco más sobre el pasado en las conversaciones estratégicas del momento actual?

Carlos Tellez
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Carlos Tellez

Matizar nuestra obsesión natural por el futuro, dedicando también tiempo a reflexionar para entender mejor el pasado y el presente, es una de las recomendaciones que suele repetir en sus entrevistas Jeff Bezos, fundador de Amazon.

Recalca la importancia de identificar lo que no cambia, y de profundizar la excelencia en lo que con certeza plena seguirá generando valor a nuestros clientes. Por ejemplo, en su negocio de comercio digital, es prioridad mejorar cada día en variedad de productos, alternativas de precios y opciones de velocidad en la entrega.

Si bien las conversaciones estratégicas están concebidas para hablar principalmente sobre el futuro, es natural que en ellas se pongan de manifiesto pasado y presente de diversas maneras. Roger Martin, experto en estrategia empresarial, mencionó recientemente los que considera precursores claves para elaborar un direccionamiento estratégico: imaginación, información, experiencia y coraje. Los dos primeros surgen del pasado.

¿Por qué esta invitación, quizás contraintuitiva, a hablar un poco más sobre el pasado en las conversaciones estratégicas del momento actual?

Recientemente, he encontrado en mis consultorías numerosas empresas que parquearon iniciativas orientadas a dar forma a su futuro por distintas razones, entre otras, el costo de capital y la menor propensión al riesgo del sector financiero, la incertidumbre económica y política, la dificultad para construir márgenes estables en escenarios de inflación, la volatilidad cambiaria y en el precio internacional de sus insumos, y la desalineación de expectativas con potenciales aliados o inversionistas.

Cuando en algunas empresas se desacelera la construcción del futuro desde iniciativas nuevas, aparece para ellas una interesante oportunidad de profundizar las conversaciones acerca del pasado y el presente, mirando en detalle hacia adentro, con una intención básica: poner la casa en orden en todo aquello que sea posible. La eficiencia operacional no es una estrategia, nos diría Porter, es apenas una necesidad.

Pero la obsesión por el futuro, e incluso la inercia por comodidad con la situación actual, son trampas que eventualmente demeritan la atención enfocada en mantener o elevar la excelencia en lo que ya hacemos para lograr de la empresa, en su versión actual, el máximo provecho para todas sus partes interesadas. Es posible utilizar los precursores estratégicos de los que habla Martin también para este propósito.

Llevar una empresa a su mejor versión ahora es prepararla para el momento en el que acelerar su construcción de futuro sea de nuevo pertinente. Además, cuando acceder a capital es difícil y costoso, los negocios actuales están llamados a generar el máximo de recursos posible para financiar el crecimiento e iniciativas de futuro. En síntesis, poner la casa en orden es ahora una excelente inversión.

CARLOS TÉLLEZ
​carlos@carlostellez.co

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