Si tiene un reloj de mano, ya sea digital o manual, haga el siguiente ejercicio: levante su muñeca y revise el tablero. Al observar con detalle, podrá notar que, además de los segundos, los minutos y las horas, hay un número que hace referencia al nivel de resistencia al agua de su aparato.
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La mayoría de personas piensan que esta cifra, que se mide en metros, indica el límite de profundidad al que se pueden sumergir con su reloj sin que este dañe. No obstante, la cosa no va por ese lado.
Según explica el creador de contenido digital, Jonathan Heres, este número en realidad representa la presión que el reloj puede soportar, por lo que no hace referencia a una profundidad real. La medida aparece en metros porque es más comprensible para los consumidores.
Heres también señala que hay que tener en cuenta que factores como la temperatura o el desgaste afectan la resistencia real, por lo que los metros indicados no siempre reflejan el uso seguro en condiciones cotidianas.
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Ahora bien, ¿qué situaciones que involucran agua son aptas para estos aparatos?
Un reloj etiquetado con 30 metros aguanta, por regla general, salpicaduras de líquido, es decir, es apto para lavarse las manos mientras se le lleva puesto o también para cuando hay una lluvia ligera. Sin embargo, no soporta grandes cantidades de agua, por ejemplo, no soportaría bajo la ducha.
Los de 50 metros, por su parte, sí pueden funcionar en la regadera, además de servir para nadar de manera superficial en espacios como piscinas o lagos.
Con los de 100 metros se puede tanto nadar o hacer esnórquel de baja profundidad; mientras que los 200 o más sí resisten actividades que implican mayor presión de agua, como el buceo.
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