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15 dic 2022 - 12:00 a. m.

El reconocimiento en Estados de opinión

Algunos lo definen como aquel en el que la opinión pública determina qué es verdad y qué no, independientemente de lo que indican los expertos.

Great Place to Work, estado de opinión

En el país hay organizaciones, tanto del sector privado como del público, que generan una contribución social extraordinaria por lo que aportan sus grupos de interés, comenzando por sus colaboradores.

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Como esto parece una reflexión más propia del Derecho, ¿por qué es importante para Great Place to Work® y para estas listas que presentamos en este especial? Porque sin tener la pretensión de producir un fallo jurídico, nos anima el deseo de entregar una evaluación tan excepcionalmente rigurosa que sea considerada justa, porque toma en consideración muchísimos aspectos que no se pueden ignorar cuando se quiere elaborar una lista ordenada por el logro alcanzado.

Este desafío es mayúsculo porque implica colocar en pie de igualdad realidades tan disímiles que uno bien pudiese considerar que es imposible compaginarlas. Por ejemplo, en un país con una informalidad del 63.2%, que en las zonas rurales llega al 88.0%, un empleo formal haría tal diferencia que desafía la lógica creer que alguien podría cuestionar a ese empleador. Un caso distinto: ¿será posible que aquellas que tienen de frente al dolor e incluso a la muerte, puedan creer que su lugar de trabajo puede ser tan grato como el de aquellos que giran alrededor de otros intereses como la moda?

Poder aislar estos efectos es esencial para poder determinar logros y oportunidades de mejoramiento genuinos, que por lo tanto puedan celebrarse y también animar a retarse a buscar cómo podría obtenerse una opinión más positiva sobre esos aspectos que no se perciben tan bien. Así las cosas, es evidente que el desafío no se circunscribe simplemente a producir listas "justas", sino a valoraciones que por serlo lleven naturalmente a ellas.

Cuando el Instituto comenzó a desarrollar sus actividades en Colombia, hace ya 20 años, las redes sociales eran virtualmente inexistentes, al punto que a Facebook todavía le faltaban cerca de 4 años para ser presentada en público.

Hoy las redes con sus millones de contribuyentes, omnipresencia e inmediatez, no en pocas ocasiones, emiten juicios de valor a una velocidad tal que se reduce la posibilidad de que un usuario pueda reflexionar siquiera sobre lo que lee y así ser consciente de las implicaciones de sus comentarios y apreciaciones en diferentes redes sociales. Un juicio de valor negativo aquí eleva algo o alguien a la categoría de sospechoso, culpable o incluso a la de merecedor del castigo más severo.

Es desconcertante que, habiendo ganado tanta conciencia colectiva sobre los derechos de las minorías, haya perdido tanto y más el derecho al buen nombre. Cuán ingenioso parece ser el deformar un apellido para que pase a ser sinónimo de un delito, aun antes de que haya comenzado una investigación que permita esclarecer responsabilidades. Frente a la desconfianza más que justificada de la justicia en el país, el camino alternativo es el Estado de opinión, que se hace eco de presunciones, imaginarios, ocurrencias. Con pocos 'likes' ya no hay duda alguna de que se ha hecho justicia.

La Constitución de Colombia no previó que no solo las personas tienen derecho al buen nombre. Esto parece un vacío importante en un país en el que se escribe con facilidad que "los funcionarios públicos son corruptos e incompetentes", "el sector financiero chupasangre", "las EPS las que se quedan con la plata de la salud de los colombianos", "los centros de contacto ('contact centers'), formas modernas de esclavitud", "los fondos de pensiones los que se enriquecen con los rendimientos de los ahorros de sus aportantes". Esto es todavía más grave cuando se encuentran acciones que hacen evidente que ya no se trata de eventos aislados sino de grupos que, por alguna razón, tratan de hacer daño a industrias, organizaciones o grupos de personas.

Estas listas entonces no pretenden ser "políticamente correctas" como si quisiesen pasar discretamente agachadas frente a estos Estados de opinión que ya emitieron sus veredictos, así no sepamos siquiera en que se basan. Si 20 años atrás creímos que era muy importante para el país informar sobre logros magníficos con respecto a la gestión de las personas, todavía más ahora en el que la desinformación es parte de lo que consumen muchas personas en estas redes.

En Colombia tenemos organizaciones ejemplares, tanto del sector privado como del público, que efectúan una contribución social extraordinaria por lo que aportan sus grupos de interés, comenzando por sus colaboradores y esto ha quedado de presente en listas regionales y globales, que muestran que ellas han alcanzado estándares que son incluso sobresalientes en el plano internacional.

No debe caber duda de que Colombia sería un país mucho mejor con más organizaciones como las que se encuentran en estas listas, lo cual no significa que estas organizaciones sean perfectas. De hecho, si usted trabajase en alguna de ellas seguramente tendría muy claras sus oportunidades de mejoramiento, así como también sabría que usted es un colaborador muy privilegiado.

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