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Francisco Miranda Hamburger
Editorial

Primera línea de la crisis migratoria

Colombia no debe dejar de pedir apoyo a la comunidad internacional para atender quizás la peor crisis migratoria del hemisferio occidental,

Francisco Miranda Hamburger
Director de Portafolio
POR:
Francisco Miranda Hamburger

Este miércoles, el presidente Iván Duque entregó a Óscar Enrique Soto, un venezolano de 49 años, la primera tarjeta del Estatuto de Protección Temporal, instrumento que normalizará la situación de alrededor de 1,8 millones de inmigrantes provenientes del vecino país. De acuerdo al primer mandatario, este documento le ayudará a acceder a una “cuenta bancaria, vivienda, seguridad social y un trabajo legal”.

La materialización de este Estatuto concentra una apuesta solidaria y humanitaria que ha desplegado el Gobierno en cuanto a su política migratoria. Casi seis millones de personas han abandonado territorio venezolano, en medio de la debacle económica del régimen autoritario de Nicolás Maduro, configurando una de las crisis de migrantes más aguda del mundo.

A pesar de ello, la crítica situación migratoria que actualmente atraviesa América Latina es mucho más grave y abarca dinámicas adicionales a las de los venezolanos. Por ejemplo, la región se ha convertido en un corredor de tránsito de migrantes haitianos, cubanos, africanos y asiáticos, que atraviesan la zona del Darién colombiano en su ruta hacia el sueño de entrar a Estados Unidos.

En entrevista con Portafolio, Felipe Muñoz, jefe de la unidad de migración del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) identificó otras tendencias dentro de la fotografía actual de la migración en América Latina: los retornados a los países centroamericanos como El Salvador y Guatemala; las remesas que no cayeron en el año de la pandemia de la covid-19 y ascenderían a 100 mil millones de dólares y la migración impulsada por factores nuevos como los climáticos.

Colombia es hoy una de las primeras líneas de esta crisis migratoria regional. Tanto por los dos millones de migrantes venezolanos que hoy han hecho de Colombia su casa, como por las decenas de miles de migrantes que anualmente arriesgan su vida y la de sus hijos saliendo en lanchas desde Necoclí y atravesando la jungla hacia Panamá.

Casi que simultáneamente a la entrega presidencial de la primera tarjeta de protección los medios reportan un naufragio de una embarcación que transportaba ilegalmente una treintena de migrantes en la zona chocoana de Acandí. Tres mujeres adultas perdieron la vida y otras seis están desaparecidas. Más de 22 mil migrantes esperan zarpar mientras la urgencia de que los distintos países de la ruta encuentren soluciones conjuntas crece cada día. El contraste entre el abordaje fraterno y solidario con los venezolanos y la atención a los migrantes de paso en el Darién es dramático.

Es innegable que la percepción de los colombianos sobre la inmigración venezolana se ha deteriorado en los últimos años. Según la más reciente encuesta Invamer el 68 por ciento de los colombianos rechaza la creación del Estatuto de Protección Temporal y dos de cada tres no desea que los venezolanos se queden. No obstante, la administración Duque ha mantenido su línea humanitaria hacia los migrantes del vecino país y está recibiendo reconocimientos internacionales por sus políticas.

Según Muñoz otra tendencia de la migración en América Latina es la “ola de regularización” como voluntad de los gobiernos regionales a contar con vías legales para los migrantes. Colombia no debe dejar de pedir apoyo, en especial económico, a la comunidad internacional para atender quizás la peor crisis migratoria del hemisferio occidental, pero también desplegar acciones coordinadas con otros países para mitigar el drama de los migrantes de paso en el Darién.

FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
framir@portafolio.co
Twitter: @pachomiranda

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