El sentido del humor descomprime, facilita la creación de lazos interpersonales, además de que permite la liberación de endorfinas. Sin embargo, se vuelve aún más importante si esta pieza tan fundamental en la vida de los seres humanos, se utiliza en la construcción del vínculo entre padres e hijos.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Pensilvania, en EEUU, y publicado en la revista científica PLOS ONE reveló que la risa es una herramienta útil para los padres.
En este contexto, se descubrió que la mayoría de las personas considera que el humor es un recurso eficaz para la crianza de los hijos, y que el uso de este influye en la calidad de la relación entre padres e hijos.
Según Benjamin Levi, profesor de pediatría y humanidades en la Facultad de Medicina de Penn State y autor principal del estudio, “el humor puede enseñar a las personas flexibilidad cognitiva, aliviar el estrés y promover la resolución creativa de problemas y la resiliencia”.
¿Por qué es tan importante el humor?
Las personas que hacen reír generan atracción, confianza y conexión emocional, por tal motivo, si a esto se lo traslada al vínculo familiar, el mérito será doble. Incorporar momentos de risa en nuestras interacciones diarias puede ser una estrategia efectiva para enfrentar los desafíos de la vida.
Según el medio especializado “Kids Health”, los niños que aprenden a reír con sus padres cuentan con ciertas ventajas que los acompañarán para siempre:
1. Ver las cosas desde muchas perspectivas distintas a las más evidentes
2. Ser espontáneo
3. Tener ideas o formas de pensar no convencionales
4. Ver más allá de la apariencia de las cosas
5. Disfrutar y participar de los aspectos más divertidos de la vida
6. No tomarse a sí mismo con demasiada seriedad
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Distintas edades, distintos humores
Padres e Hijos
Fuente: IStock
Por otra parte, es fundamental percibir y entender qué tipo de humor es el correcto en relación con la edad del chico.
Bebés: Hasta los 9 meses, las risas pasan a través de lo físico, de las cosquillas y las caras graciosas y las voces extrañas.
De 1 a 3 años: Se da una situación inversa donde los chicos encuentran gracioso que los padres se rían de ellos.
Entre 4 y 5 años: Intervienen las imágenes y los sonidos, encuentran graciosas situaciones escatológicas y estarán más pendientes de los estímulos sensoriales.
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Más allá de las edades, nunca es tarde ni temprano para generar este código de complicidad. Traerá más beneficios que complicaciones y armará la fiel idea de que su hijo puede ser un adulto gracioso y simpático en el futuro.
