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La formación dual y Colombia

Colombia no podrá industrializarse, generar empleo y crecer si no cambia su modelo educativo.

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Hay un dicho tristemente famoso: México perdió la guerra con Estados Unidos porque mientras este último país tenía generales de brigada, el primero tenía brigadas de generales: un montón de personas con los pechos repletos de medallas que jamás habían participado en una guerra.

Si bien se podría pensar que este principio aplica solo a la guerra, no deja de ser válido para la educación, donde el objetivo no es otro que derrotar el subdesarrollo y la pobreza.

Colombia no podrá industrializarse, generar empleo y crecer si no cambia su modelo educativo y si los estudiantes que quieren crear empresa y generar trabajo digno y de calidad se gradúan sin conocer la vida real y lo que implica trabajar: es decir, volviendo a la comparación inicial, sin un ejército de soldados profesionales entusiastas y bien preparados que encuentren verdaderas oportunidades para salir adelante y ayudar a su país.

En el mundo hay modelos de los cuales se puede aprender, y no me refiero al ejemplo clásico de formación profesional teórica de calidad, el cual ya existe en el país y es claramente necesario, pero no suficiente.

Me refiero al modelo de educación dual, nacido en Alemania y adoptado en otros países que sin duda son ejemplo de cambios profundos, como es el caso de Corea del Sur.

En Alemania el sistema surgió en 1969 como un modelo que se basaba en lo que los anglosajones llaman apprenticeships. Como respuesta al deseo de una gran cantidad de obreros altamente calificados por formarse profesionalmente, este país europeo ideó un sistema de formación dual en el cual profesores y empresa actúan de igual a igual como co formadores.

Desde el primer día los estudiantes son colaboradores de la empresa y su formación ocurre articulando experiencias vivenciales con formación teórica orientada a la resolución de problemas del sector empresarial.

Los estudiantes desarrollan sus conocimientos basados en la excelencia, sus habilidades blandas, y más importante, su capacidad de aprender en escenarios de la vida real.

El modelo no está centrado en las materias o en el profesor, sino en el aprendizaje en grupos relativamente pequeños. Los estudiantes elaboran planes de mejoramiento de las empresas basados en sus propias experiencias.

No se trata de que aprendan “ciencias aplicadas”, sino que se va mucho más allá e implica el aprender-haciendo. Al final, las empresas no solo “colaboran” con la educación de jóvenes, sino que participan de forma directa en su formación, obtienen instructores con habilidades de maestros y son responsables de graduar personas cuyas habilidades y conocimientos han sido probados.

De allí que el resultado de este modelo sea una alta empleabilidad. No es una formación para el mercado, sino para el trabajo.

En Alemania el modelo de formación dual no es para todos, solo para los mejores. Es conocido por su rigor y es exigente. Como resultado, el país cuenta con más de 200.000 egresados del modelo dual y 4.000 empresas comprometidas con el modelo y no en vano es uno de los países con menor desempleo juvenil.

En Dinamarca, una tercera parte de las empresas tiene estudiantes en esta modalidad, actividad que desde luego es subsidiada en parte por el Estado.

Colombia puede aprender de estos modelos, aunque esto implica cambios culturales. Algunas universidades ya han comenzado, entre las cuales quiero destacar a Uniempresarial- de la Cámara de Comercio de Bogotá- la cual fue pionera en el país, así como la UNAB, la Corporación Universidad von Humboldt y la Universidad Autónoma de Occidente.

Para que esas experiencias sean exitosas, se necesita no solo el apoyo del Ministerio de Educación, con el cual afortunadamente se cuenta, sino alinear en ese propósito la forma como funciona la acreditación y el Ministerio de Ciencias en estos temas.

No necesitamos que exijan profesores con doctorado o publicaciones en artículos indizados, sino profesores con experiencia empresarial y resultados concretos de formación y aprendizaje que se traduzcan en una contribución a la competitividad de las empresas.

Alemania, Corea del Sur y Dinamarca saben que al patrocinar modelos de formación dual fortalecen al mismo tiempo la educación y el trabajo. Si queremos salir adelante debemos insistir en modelos apropiados a nuestras necesidades. Colombia, sus empresas y miles de jóvenes talentosos lo merecen….

A los empresarios interesados en este tema, les recomiendo las charlas del profesor Alfred Vormfelde, disponibles en youtube.

Carl Henrik Langebaek
Profesor titular de la universidad de los Andes.

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