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El pesimismo, un espíritu que afecta la economía bogotana

No se pretende negar que hay muchas oportunidades de mejorar en varios aspectos, pero estos comportamientos no permiten ver objetivamente las cifras.

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En 1936, cuando John Maynard Keynes publicaba su libro ‘Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero’, planteaba el concepto de “espíritus animales”, por medio del cual establecía el impacto que tenían la emoción o el afecto en el comportamiento humano.

Como respuesta a la Gran Depresión, con este término, se comienza a entender que la economía no es guiada solo por motivaciones puramente racionales y que tales espíritus son la mayor influencia a las fluctuaciones de la economía. Estos comportamientos irracionales afectan varios aspectos de la toma de decisiones de los agentes económicos; es así como la manipulación de la fe puede generar un impacto directo en la confianza de las personas, o las historias y creencias colectivas son una cortina de humo que no nos permite ver realmente cómo está la economía.

Tal es el impacto de este tipo de esos espíritus irracionales que, para el caso del mercado financiero, es un delito: el pánico financiero.

“Una reforma tributaria que ha afectado negativamente a los empresarios”, “un impacto anticompetitivo del contrabando en sectores como las confecciones y el calzado”, “unas tasas de interés altas que debilitan la inversión, una desaceleración de la economía nacional que ha disminuido las ventas”, son algunos de los comentarios que a diario se expresan en los diversos sectores de nuestra economía nacional afectando a nuestra ciudad.

Con estas situaciones, algunas creadas con o sin intención, se genera un entorno desmotivante para los actores económicos, haciendo que no puedan tener decisiones basadas en evidencias y que sus expectativas adaptativas se basen en creencias sin fundamentación de carácter colectivo.

No se pretende negar que hay muchas oportunidades para mejorar en varios aspectos, pero creo realmente que estos comportamientos no permiten ver objetivamente las cifras para entender que el escenario de Bogotá es competitivo y de alta calidad por las características tanto de un gran segmento de la población como del empresariado, que goza de una visión emprendedora, creativa e innovadora por las grandes oportunidades académicas e investigativas que conllevan a un desarrollo que repercute en el mejoramiento de los ingresos de la población.

POSICIÓN DE LIDERAZGO

Según cifras de la Cámara de Comercio de Bogotá, tuvimos en el 2017 un crecimiento del 2,2% en empresas con matrículas activas, un total de unidades productivas nuevas del 22,5 %, seguido de Antioquia con un 12,6% y Valle con 8,2%. La tasa de informalidad es del 41,7% (frente a una tasa del 47% en Colombia), una tasa de asalariados del 60,8% (frente a 42% en Colombia), y en lo corrido de este año nos ubicamos con una inflación del 1,59%, cuando ciudades como Medellín están en 1,75% y Cali en 1,71%. El ranquin de competitividad fue liderado en el 2018 por Bogotá con 7,41 puntos sobre 10, seguida de Medellín (7), Manizales (6,16), Bucaramanga (6,06) y Tunja (6,03).

El Índice de Confianza Comercial (ICCO) se ubicó en 25,2, lo que representa un aumento de 5,2 puntos porcentuales respecto a enero del 2017 y frente al índice de la nación, 3,4 puntos más (21,8). Además, Bogotá se encuentra en segundo lugar entre 12 ciudades de América Latina, seguida de Ciudad de México, en el escalafón de facilidad para hacer negocios.

Hay algunos sectores de nuestra economía que buscan excusarse en variaciones económicas adversas, en circunstancias de la economía nacional que los afectan, en novedosas actividades económicas que les compiten, en un menor poder adquisitivo de los consumidores que generan bajas ventas, entre otros, pero solo algunos emplean su tiempo en encontrar nuevas y diferentes estrategias o cambios para seguir vigentes en el mercado local e internacional.

Nuestra capital tiene una gran ventaja, dado que la mayoría de industrias y emprendimientos del país se localizan acá, donde el capital humano es el más calificado y abundante, y es el sitio donde muchos colombianos llegan buscando oportunidades.

El ingenio, el trabajo con corresponsabilidad entre lo público y lo privado y las oportunidades a la vista logran transformar vidas a través de una economía sostenible.

Bogotá ha logrado controlar su inflación, incrementar la formalidad en el trabajo y nuestros emprendedores le siguen apostando a crear empresa. Localidades como Suba, Usaquén, Kennedy y Chapinero concentran el 50% de los emprendimientos, agrupados en sectores de servicio y comercio.

La opción más responsable con las nuevas generaciones es utilizar la creatividad, el trabajo y la innovación para generar empleo, dinamizar nuestra economía, volvernos más competitivos y asegurar una economía familiar sostenible para las futuras generaciones.

En este punto habrán varias cifras que se quedarán por fuera y otras en las que se deberá seguir trabajando para impactarlas positivamente, pero a nivel general Bogotá sigue siendo un epicentro del crecimiento y desarrollo del país, un jalonador de inversión y emprendimiento.

Es por ello que no debemos dejar que el pesimismo económico se vuelva un velo que nos impida ver la ciudad competitiva en la que estamos: mientras nos sigamos dejando llevar por “espíritus animales” no podremos ver la realidad de nuestra economía y el gran futuro del desarrollo jalonado desde lo público con políticas públicas coherentes y dinamizadoras, fortaleciendo la acción de los diversos sectores empresariales apoyándose en la alianza con la academia y el desarrollo investigativo para ser más competitivo e innovador.

Juan Miguel Duran Prieto
Secretario de Desarrollo Económico de Bogotá.

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