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El Plan Nacional de Desarrollo, no es un ‘deus ex machina’

Hay que ser cuidadosos, comenzando por el propio gobierno, de no engolosinarse con las grandiosas cifras de inversión que contempla el Plan.

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Por estos días se habla mucho del Plan de Desarrollo del cuatrienio 2019- 2022. Es una verdadera enciclopedia de políticas públicas, que consta de una parte general llamada ‘bases’ y de más de 300 artículos. Acá ha encontrado el gobierno una inagotable veta para hablar de todos los temas habidos y por haber, y para manejar emergencias como sucedió con la minga del Cauca.

Es bueno, sin embargo, tener muy claro qué se puede hacer y qué no con el Plan de Desarrollo. Y en concreto con su plan de inversiones. Este último asciende a 1.100 billones de pesos, y allí están contenidos los 10 billones de pesos que se les ofrecieron y con los que se logró finalmente un acuerdo con la comunidad indígena.

¿Basta con ‘apuntar’ como una de las inversiones que se piensa hacer en el cuatrienio en el programa de inversiones del Plan de Desarrollo? ¿Tiene una inversión acogida por el Plan la virtualidad de convertirse, por sí sola, en un gasto público?

La respuesta es no. El artículo 347 de la Constitución es paladinamente claro. Gasto que no esté autorizado en el presupuesto nacional anual no podrá efectuarse en Colombia. Esta es la regla de oro de la presupuestación. “El proyecto de ley de apropiaciones deberá contener la totalidad de los gastos que el Estado pretenda realizar durante la vigencia fiscal respectiva…”.

O dicho en otras palabras: no basta con anunciar o con incluir una determinada inversión en el Plan General de Desarrollo para que esta se traduzca automáticamente en un gasto efectivo sí, al mismo tiempo, no lo autoriza también el presupuesto nacional.

Esto es bueno tenerlo muy en cuenta, pues se puede caer en el espejismo de creer que porque una determinada inversión está incluida en el Plan de Desarrollo ya todo está solucionado. Y las cosas no son así.

Probablemente, una de las razones técnicas por las cuales se ha caído en el pasado en incumplimientos con los indígenas es que se dio solo el primer paso, pero los compromisos de gasto adquiridos nunca llegaron al presupuesto nacional.

Por eso estuvo bien, como se ha informado, que buena parte de las conversaciones del Gobierno con el Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric) fueron de carácter pedagógico, indicándoles cómo se ejecuta el gasto público en Colombia.

Y acá puede radicar uno de los grandes escollos para cumplir con los acuerdos con la comunidad indígena, o de cualquier otro compromiso de inversión que se esté adquiriendo. Pues lo cierto es que mientras el Plan de Desarrollo avanza por el jubiloso camino de un programa de inversiones para el cuatrienio de más de 1.100 billones de pesos, al mismo tiempo, las noticias que empiezan a conocerse indican que los presupuestos venideros van a estar caracterizados por la austeridad, por el recorte y por los tijeretazos.

Según el anteproyecto de presupuesto para el 2020, que ya fue presentado por la Dirección General de Presupuesto del Ministerio de Hacienda al Congreso de la República, el recorte previsto en el presupuesto del año entrante con relación al que se está ejecutando en la presente vigencia será de 12 billones de pesos. Recorte gigantesco.

Que no permite entender cómo se traducirán en autorizaciones presupuestales los faraónicos programas de inversión de que habla el Plan de Desarrollo. Y puesto que la mayoría del gasto público es inflexible, no sería sorprendente que el grueso del recorte recayera, como ha sido costumbre, sobre los rubros de inversión.

En síntesis: hay que ser muy cuidadosos, comenzando por el propio gobierno, de no engolosinarse con las grandiosas cifras de inversión que contempla el Plan de Desarrollo, si no hay certeza de que ellas podrán incorporarse en los capítulos de inversión de los presupuestos nacionales en los años venideros.

Lo contrario sería actuar con el deseo. Y los anuncios que empiezan a conocerse sobre lo que será el presupuesto del año entrante van exactamente en la dirección contraria: menos dinero para inversión que en los años anteriores.

Como el Plan de Desarrollo no es, pues, un deus ex machina que todo lo logra por sí mismo, de no ir acompañado de unos presupuestos de inversión que lo vayan desarrollando, caeríamos en la frustración de creer que basta con ‘apuntar’ inversiones en el Plan de Desarrollo para que estas se realicen por sí solas. Y las cosas no son así.

Juan Camilo Restrepo
Exministro de Agricultura

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